Una amiga muy entusiasmada con las historias de Chalco me envía este cuento que obtuvo un premio del INC el 2006. Parte del premio era la publicación pero como todos sabemos, el gran problema de siempre es la difusión. Valga entonces la oportunidad para leer un poco de las historias que se ocultan en la pluma de este escritor cusqueño, ahora radicado en Barcelona.
PRESENTIMIENTO
Cuando abrió los ojos, descubrió no sin asombro que estaba recostado sobre el fangoso terreno de siempre y desde aquella posición divisó, acercándose, cuatro siluetas borrosas deformadas por la torridez que se filtraba del suelo para arriba. Un viento tibio le recorrió el cuerpo y sintió un leve alivio. Las figuras con la cercanza, fueron creciendo de a pocos, de modo que tomaban su forma natural. Eran tres hombres y una mujer.
Les miró desconfiado sin atinar a levantarse. Posiblemente la comodidad del fresco preñado en el fango aumentaba la gravedad y disminuía las ganas de ponerse de pie.
Las siluetas se detuvieron a unos metros de él, solo se interponía una cerca de obesos palos y algunos metros de fango. Allí, postrado, descubrió que sus rostros estaban pintados de cobre y congestionados por el calor, todos usaban diferentes prendas en la cabeza. El más grande, que apenas sobrepasaba las tres décadas, era fuerte y moreno, hablaba con algo de ira y sus ojillos nadaban en un mar de espinillas. Vestía ropa breve y vieja, y calzaba ojotas negras en unos pies cuarteados, desnudos y belludos. Los otros dos eran mínimamente más pequeños, uno de estos, quizás el mayor de todos, por debajo de su deforme y gris sombrero, mostraba un rostro cobrizo, arrugado e hinchado por el lado izquierdo, donde rumiaba un bollo de coca; Vestía un viejo y descolorido saco, donde acurrucaba una imposible camisa. Entre el saco y la camisa arropaba un bulto informe que guardaba con desconfianza; el pantalón, roído y arrugado, estaba alejado de unas destartaladas ojotas. El otro, el que quedaba, el más núbil, casi un niño, mostraba un cuerpo delgado y débil. La prenda de lana puesta en su cabeza delataba algo de su rostro asustado y triste, mientras que con las manos temblorosas sujetaba una cuerda de regular tamaño.
Los tres hombres se apiñaron y empezaron a discutir entre mascullos sobre alguna cuestión, mientras que la mujer se acercaba a la cerca, tanteando el terreno hasta pegarse al grupo. Era una mujer enorme de cuerpo ancho y senos caídos. Su cara serena estaba flanqueada por dos trenzas negras que se perdían en la cascada de su espalda, poseía la edad media y usaba jersey de lana y abundantes polleras; bajo ellas. Sus piernas desnudas se perdían en un par de sucios y gastados mocasines.
Pasado algún tiempo, la mujer se alejó hacia un ramal encalaminado, por donde el humo se escapaba en ráfagas negras y allí se perdió. Los tres hombres acercaronse despreocupados y también se apoyaron en la cerca sin dejar de mirar a aquel tendido cuerpo en el fango. Estudiaron el terreno, tanteando extrañas posibilidades y se miraron entre sí.
Allí, postrado en el fango, meditando sobre su actual situación, se preguntaba ¿Qué era lo que aquellos hombres querían?, si bien es cierto sus rostros le eran conocidos y hasta familiares, había en estos (ahora) un aura extraña, algo que le inspiraba un secreto y desconocido terror y no hallaba explicación al porqué de esta extraña y repentina sensación. Hacían ya, algunos días, posiblemente semanas que empezó con esta idea; presentía a ciencia cierta que algo se le venía de manera irremediable; pero no sabía exactamente que era. Intuía que aquel día estaba llegando de a pocos, como el goteo del pilón malogrado. Intentó recordar lo que hizo ayer y anteayer, y se topó con lo mismo, solo recordaba el terreno fangoso, la comida de siempre y el cruel sol del medio día. Levantó la cabeza para contemplarse y se descubrió asqueroso e increíblemente no se sorprendió. Agachose nueva y lentamente y en el trayecto se dio cuenta que el trío se había hecho uno, solo estaba el más viejo apoyándose con una mano en la cerca y con la otra protegiendo su deforme y sospechoso bulto, mientras removía su animado bollo en la boca. Sorprendido intentó rastrear con la mirada a los otros; pero el tiempo ya no estaba de su parte, sorpresivamente cuatro manos ávidas y fuertes lo sujetaron de los miembros a la vez que el viejo del bollo se le arrojaba encima, mostrando una agilidad insospechada. Intentó gritar y solo emitió sonidos guturales y sordos, pues tenía la boca empapada por dos manos que le amordazaban; más abajo, constató con horror que la cuerda del núbil se enredaba como serpiente entre sus brazos y piernas, aprisionándolas hasta hacerles brotar un dolor agudo y latente. Como tenía la boca amordazada y las extremidades atadas, solo le quedaba suplicar con los ojos. Escribió entre sus lagrimones un S.O.S. indescifrable para aquellos hombres cegados por la crueldad. En poco tiempo se dejó estar y ya no protestó más; curiosamente se le vino a la memoria, la lejana tarde, aquella en que vio a otro habitante del territorio fangoso en este mismo estado. Muchos dijeron que sospechaba que ese día llegaría y nunca más se supo de él. Este recuerdo hizo que el terror se metiera por los ojos hasta anegarle todo el cuerpo y empezó a temblar.
El sol empañaba su rostro y lanzabale ráfagas candentes, haciendo que un copioso sudor le invada por entero. Ya no lo sujetaban, pero sentía que las extremidades se le entumecían por la presión. El viejo animó con furia su bollo y escupió una verde y viscosa saliva, se alejó del enmarrocado, extrajo su sospechoso bulto por el lado del vientre y lo puso sobre el terreno menos húmedo. Desenredando lentamente hizo parir un rectangular y puntiagudo puñal que sujetó cuidadosamente con ambas manos, como repitiendo un viejo ritual; al mismo tiempo, los otros dos se abalanzaban nuevamente sobre aquel informe cuerpo que era él. El más fuerte le atenazó los miembros atados, aplastando el vientre con la rodilla, mientras que el más joven sujetaba la cabeza con menos determinación. Experimentó nuevamente aquel aniego de terror en el cuerpo y convulsionó, intentó zafarse, gritar, rogar; pero cayó en la cuenta de que sus esfuerzos se perdían en un agujero negro. Sintió ahogarse y el corazón le saltaba violentamente. Quiso mirar al cielo azul, para perderse en su infinidad y solo descubrió las ráfagas violentas del sol que se le metían por los ojos y los cerró fuertemente ¿Por qué a mí? ¿Qué hice para merecer esto? se lamentaba. En ese transe sintió que una gota tibia le refrescaba uno de los párpados cerrados y una sombra se interponía entre las ráfagas de sol. Abrió los ojos y se topó con el núbil llorando con los párpados cerrados y sujetando la mordaza cada vez con más fuerza, mientras que el fuerte le gritaba con enojo, casi escupiendo.
El viejo puso la rodilla sobre el cuello y con la mano libre tanteó entre el hombro y dos costillas más abajo, buscando una parte blanda. La encontró y oprimió un dedo marcando la zona descubierta. Elevó sutilmente el puñal, lo más alto que pudo hasta hacerlo brillar y lo dejó caer en picada empujando con su puño arrugado y seguro…
Recordó él, aquel día en que tuvo conciencia de lo que estaba chupando era la teta que su madre le ofrecía, la comida(siempre) al aire libre, las innumerables puestas de sol, el otro habitante del fango atado como él, la mujer de las trenzas y polleras....ahora ya sabía quien era...
El puñal traspasó su piel, con la facilidad de los pies en el fango y se hundió sin remedio. Descubrió un extraño dolor, que le crecía de manera precoz al final de la puñalada, era como si el corazón se le desinflara de a pocos y constató, ya sin sorpresa, que al escapar el puñal, la herida vomitaba lo poco que le quedaba de vida. Esta se le escapaba roja, a borbotones y dibujaba un pequeño y caliente riachuelo que se deslizaba por el vientre hasta caer sobre el fango, donde formaba una agónica laguna roja. Notó también que las fuerzas se le despegaban cual hilos de titiritero y los párpados le pesaban. Extrañamente ya no sentía aquel precoz dolor inicial, o quizá sí, pero ya no le quedaban fuerzas para tomarlo en cuenta y mientras la muerte se le acomodaba de a pocos en el cuerpo y ya no tenía que sostenerlo, recordó nuevamente la teta de mamá y la sombra que se interponía al sol le envió una nueva gota de agua tibia, que cayó sobre sus abiertos ojos y luego otra y otra. Ya no los pudo mover, también se le estaban muriendo; pero alcanzó a notar que la sombra contra el sol era en realidad la cara del más joven que seguía con su lloriqueo y sintió ternura por aquel, que era uno de sus asesinos…
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-¿Es que ni eso puedes sujetar? – le seguía gritando su padre a Tomás. Él no cesaba de llorar. Con los ojos cerrados continuaba sujetando fuerte y furiosamente aquella inerte cabeza. Don Aquilino se puso de pie, escupió el bollo verde de coca que le embotaba la boca y con fría tranquilidad limpió el puñal con su derruido saco y arropándolo con sumo cuidado lo enterró nuevamente entre el saco y la camisa.
-Ya está muerto patrón - dijo dirigiéndose al padre de Tomás, mientras dibujaba una verde sonrisa de satisfacción.
La mujer de las trenzas salió enorme y sudorosa del encalaminado.
-¡Tráiganlo rápidooooooooooooooo! No dejen que se enfríe - comunicó y luego se dejó tragar nuevamente por el encalaminado que seguía humeante.
Le quitaron la mordaza y desataron sus miembros; al sentirse libre, el cadáver exhaló un leve suspiro y se desparramó ridículo, mostrando una obscena herida bajo el cuello. Lo subieron sobre sus espaldas y en cortejo trasladaron el cuerpo hacia el ramal. Entraron y ya dentro lo descansaron sobre la inmensidad de una mesa.
-¿No sufrió verdad?- preguntaba la mujer de las trenzas, mientras miraba con ternura y gula la enormidad del cadáver – Es el cerdo más grande que hemos criado... alcanzará para todos...- concluyó satisfecha, al tiempo que se inclinaba para atizar el fogón humeante donde hervía una descomunal olla con abundante agua.
9 comentarios:
me parece interesante no soy muy bueno con esto de escribir los comentarios pero deja volar la imaginacion y seria bueno saber algo mas del escritor a cerca de sus cuentos o escritos y buena por darle una mano a los peruanos que si tenemos talento aunque lo tengamos escondido pòr la falta de apoyo y por la mucha ignoracia de nuestra gente
En realidad, nada interesante, me quedo con las obras de Gabriel Rimachi Sialer, no hay punto de comparacion.....
Nunca estuve de acuerdo con tener que nosotros mismos menospreciarnos, si uno es bueno resalta donde este, y eso de dar la mano a peruanos,pues es igual que den la mano a un chileno o un español, valorense un poquito mas, la literatura es universal...
Creo que hay un error, en esta página no "le damos la mano" a nadie, acá publicamos los cuentos que alguinos autores tienen a bien enviar (no son muchos valgan verdades) y siempre colgamos cuentos clásicos, como aquel de Ambroce Bierce (que fue colgado dos veces a pedido de los lectores), o Ribeyro o Bolaños o Vega u otros autores. Ocurre que muchos escritores que obtienen premios jamás obtienen la difusión que ese texto merece, se pierden en el tiempo y en el efecto que la emoción momentánea se efectúa sobre el premiado. Entonces creo que una buena ventana (modestamente) sería la intenet a través de un blog que es un varieté de letras, como lo es este. Y es verdad: la literatura es universal. Saludos para todos.
Anónimo 2 hay que ser màs creativo para escribir, hasta un comentario. Eso significa pensar!!!
Las obras de Rimachi son por completo diferentes, y nadie ha establecido ningún punto de comparación, no sólo porque las comparaciones sean odiosas, es que no se puede comparar lo incomparable! hay que ser tolerante y darse cuenta que hasta un desconocido puede tener el talento que tú crees está reservado para quien te gusta...
Las personas opinan de acuerdo al nivel cultural y grado de inteligencia, es bueno saber respetar puntos de vista, particularmente este es uno de los mejores cuentos que tiene Julio no solo por la temática y la forma como los aborda sino por su profunda identidad para con nuestras raíces, les recomiendo sin embargo leer sus otras producciones tales como “Volver por Manuela” novela corta que centra su doble temática en conflictos sentimentales y costumbres andinas, los personajes entre el principal y los secundarios que con gran habilidad los presenta en diferentes etapas de su vida hasta hacerlos desaparecer describiéndolos, en dialogo y con mucha acción, un argumento con saltos en el tiempo adoptando una composición diferente a la clásica pero con notorio equilibrio estructural.
Goza de la misma riqueza sus cuentos sueltos “Agu” tierna historia para el ser que vendrá, “Carta para el que ha de ser” mensaje escrita por un niño para un posible alguien llena de imprevistos y recuerdos, “El osito de peluche” “Antuca y el rescate del río” “De cada día”, “Con miss Mónica en nuevo Belén” “Relatos urbanos de la ciudad del Cusco” entre muchos otros que destacan la gran calidad literaria de este joven escritor, para el que solo se le depara éxitos futuros. Sigue adelante Julio, aquí tienes personas que gozamos con tus producciones….
interesante me gusto muxo la lectura creo que es bueno conocer nuevos talento y no estar con la misma...las comparaciones me parecen super odiosas siempre es bueno hacer una critica pero constructiva, cada uno tiene un talento unico gracias por dejar volar nuesra imaginacion.
hola eres un escritor muy interesante pero ya tienes que publicar otros cuentos mas ya es hora no lo crees eso uno diferente a los otros cuentos algo que nos guste a todos tienes mucho por hacer julio piensa que este año es para ti y verdad tus cuentos son muy interesantes que te da mucho que pensar suerte en todo me habrazo de ti
Me parece muy interesante me encanto felicitaciones apesar de que eres un joven escritor tr lo mereces estar donde estas quisiera seguir animandolo a Julio Cesar pues q siga escribiendo mas cuentos por q si tienes un cualidades y un don especial de imaginación sigue adelante muchas felicitaciones y suerte
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