22 diciembre 2009

El abrazo de los monstruos (y acá seguimos esperando la película...)


En el otoño de 1963, apenas unas semanas antes de que el presidente Kennedy fuera asesinado en Dallas, llegó a las librerías de Estados Unidos Donde habitan los monstruos, de Maurice Sendak. Se trataba de un libro ilustrado infantil en formato horizontal, algo poco frecuente en aquellos años. Aún más chocante y polémica resultó ser la trama en la que un travieso niño, Max, amenaza enrabietado con comerse a su madre y ésta le castiga sin cenar. ¿Un mocoso amedrentando a su madre? ¿Una madre perdiendo los papeles y dejando al crío sin cenar? Aquello estaba llamado a encender todas las alarmas y a convertirse en un éxito editorial sin precedentes.
"Cambió el paradigma", explica el experto en la obra de Sendak John Cech, profesor de la Universidad de Florida. "Instauró un nuevo tono que rompía con el conformismo de la década de los cincuenta. Aunque en América siempre nos ha gustado pensar que los chavales malos tienen buen fondo, y ahí está Tom Sawyer, hasta que llegó Max, los niños protagonistas de libros ilustrados eran flojos". Con su rebelde protagonista, Sendak recuperó la tradición del héroe clásico que emprende un viaje a tierras lejanas, se enfrenta a la aventura y regresa triunfante. Formalmente esta obra supo incorporar la tradición de libros ilustrados del siglo XIX y desarrollar un nuevo ritmo gráfico. Los bellos dibujos ganan espacio hasta rebasar incluso los márgenes en las escenas de juerga de Max con los monstruos, exentas de palabras.

El revolucionario libro fue un fenómeno sociológico desde el principio, y su popularidad no ha hecho más que crecer con los años. Ha sido una seña de identidad de la corriente contracultural de los años sesenta, un guiño progresista en versión libro infantil para niños. Y cuatro décadas después de su publicación, Donde habitan los monstruos mantiene intacta su categoría de icono cultural. Obama lo leyó en los jardines de la Casa Blanca a un grupo de escolares en Pascua y confesó que es uno de los favoritos de sus hijas. Se calcula que hay cerca de 19 millones de ejemplares en circulación en todo el mundo. La película dirigida por Spike Jonze -cuyo guión firma junto al escritor Dave Eggers-, una novela escrita por éste, un documental sobre Sendak -preseleccionado para los Oscar- y la primera exposición comercial en EE UU de sus litografías y bocetos en la galería Animazing de Nueva York han reforzado este año el tirón de un mito firmemente asentado. Al fin y al cabo, ya son varias las generaciones que han crecido gozosamente asustadas por los monstruos que el pequeño salvaje Max se topa en el viaje imaginario que emprende desde su habitación.

Sendak ha confesado que a él lo que le aterrorizaba de niño eran sus parientes. En ellos se basó para crear a sus monstruos. "Venían de Europa y pasaban por casa para comer los fines de semana. Tres tíos y tres tías que apenas hablaban inglés", ha explicado en varias entrevistas. "Te estrujaban la cara y pensaban que eso era un gesto cariñoso". Las escasas dotes de su madre en la cocina y el largo tiempo de espera le hacían fantasear con la idea de que podrían acabar pegándoles un bocado a él o a alguno de sus hermanos.

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21 diciembre 2009

Asamblea portatil en El Dominical

El modelo fue la maleta de Duchamp, que era una especie de museo portátil para transportar réplicas a escala de las obras más significativas del artista. El proyecto de Salvador Luis (Lima, 1978) es algo más abstracto: se trata de ordenar un “momento” —es decir, de proponer una “muestra”— de la narrativa iberoamericana de cara al siglo XXI. Y de meterlo todo en la maleta. El resultado se llama “Asamblea portátil” (Casatomada, 2009), y es una selección de veinticinco escritores nacidos entre 1974 y 1987 “que —como afirma el antólogo— se caracterizan por su multiplicidad estética y por desarrollarse dentro de un marco de crisis ideológicas”.
Una de las gracias de “Asamblea portátil” es que no parte de ninguna intención bibliotecaria. El goce y la distracción, en palabras de Salvador Luis, fueron factores cardinales en la elaboración. Algunos de los relatos, como el estupendo “Gran tiburón blanco”, de Samuel Solleiro (España, 1982), parecen confirmar los términos del antólogo. Por lo pronto —como era previsible— el Boom ya no es uno de los referentes básicos. Ahora hay otros nombres: Roberto Bolaño, Enrique Vila-Matas, Rodrigo Rey Rosa, César Aira o Mario Bellatin.
Salvador Luis ofrece las directrices básicas: “Me interesaba, por un lado, seleccionar un conjunto variado, con más de una estética, trasatlántico, y de autores recientes. Todo eso se hizo contrastando este proyecto con antologías que aparecieron en los últimos dos años, porque no soy partidario de repetir muchos nombres o de hacer listas hegemónicas. Otro punto importante es que esta compilación es una muestra. No debemos mirar a estos autores como “los únicos autores iberoamericanos”. En “Asamblea portátil” hay un poco de todo, y eso es lo más significativo para mí. Me apena mucho cuando alguien mide la producción cultural iberoamericana solamente desde una perspectiva social o de reivindicación o resaltando ciertos textos porque tienen “memoria histórica”. Eso es triste, porque Iberoamérica, y más hoy, es un universo con una sobreabundancia de discursos y referentes”.

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15 diciembre 2009

Asamblea Portátil... la antología más esperada del año y el libro que no debes perderte en el verano 2010

"Hijos de Cortázar, Ribeyro, Lispector, Levrero, Aira, Bolaño, Bellatin, Pauls, Loriga, Rey Rosa, Vila-Matas... Nacidos entre 1974 y 1987, los veinticinco narradores de este muestrario iberoamericano –modernos para algunos, posmodernos para otros– irrumpen en la literatura de nuestros países a través de una crisis ideológica que amplía sus decisiones estéticas. Atendiendo a las vanguardias históricas, al Boom y Post-Boom y los McOndos y Kronens, así como a la baja y alta cultura en todas las disciplinas (navengando entre la Mona Lisa y el iPod), los autores más recientes utilizan un sampling que los libera de la carga social impuesta a sus antecesores para crear un panorama más diverso, sin limitarse solamente al estereotipo del país bananero, el dictador corrupto o la miseria que se resuelve con magia. Iberoamérica se transforma en la casa de lo ecléctico, y los autores de hoy, cada uno desde sus fijaciones y dilemas, nos muestran más de una rostro en un mundo que algunos no han dudado en llamar el mundo del afterpop."

Son 25 escritores: Samuel Solleiro (España, 1982) - Rodrigo Fuentes (Guatemala, 1984) - Solange Rodríguez Pappe (Ecuador, 1976) - Juan Sebastián Cárdenas (Colombia, 1978) - Mónica Belevan (Perú, 1982) - Juan Ramírez Biedermann (Paraguay, 1976) - Jorge Enrique Lage (Cuba, 1979) - Fernanda Trías (Uruguay, 1976) - Miguel Antonio Chávez (Ecuador, 1979) - Rodrigo Hasbún (Bolivia, 1981) - Federico Falco (Argentina, 1977) - Mayra Luna (México, 1974) - Diego Trelles Paz (Perú, 1977) - Lara Moreno (España, 1978) - Rodrigo Blanco Calderón (Venezuela, 1981) - Katya Adaui Sicheri (Perú, 1977) - Diego Zúñiga Henríquez (Chile, 1987) - Leonardo Cabrera (Uruguay, 1978) - Elvira Navarro (España, 1978) - Maximiliano Matayoshi (Argentina, 1979) - Gabriel Rimachi Sialer (Perú, 1974) - Mauricio Salvador (México, 1979) - Claudia Apablaza (Chile, 1978) - Samanta Schweblin (Argentina, 1978) - Michel Encinosa Fú (Cuba, 1974)

Todos ellos han sido empacados, gracias a la Editorial Casatomada, de Perú, por salvador Luis, para que partan rumbo a diferentes lugares de hispanoamérica. No te lo pierdas, pues Asamblea portátil estará disponible en librerías en los próximos días, y por ser una edición limitada, es una estupenda opción para obsequiar esta navidad. Disfrútenla.

PRENSA DE LA ASAMBLEA (Clik en los links):
Entrevista con Salvador Luis sobre la Asamblea, por Solange Rodríguez Pappe (Ecuador)
Asamblea portátil en Literaturas.com
Nueva antología iberoamericana de cuentos - Red Literaria Peruana
Una Asamblea Portátil - Cecilia Eudave (México)
Una asamblea en Guadalajara - Alberto Chimal (México)
Nueva antología - Katya Adaui (Perú)
Entrevista a Salvador Luis en Ecdótica (Bolivia)
The art of fiction - Asamblea portátil (Estados Unidos)

Seguiremos informando, no te la pierdas!!!!!!!!

blog oficial: www.asambleaportatil.blogspot.com

14 diciembre 2009

Calderón Fajardo premiado con la Medalla "Víctor Humareda"

Carlos Calderón Fajardo (Juliaca, 1946), es sociólogo de profesión. Y nos visitó para la I Bienal de Arte en Lampa, donde fue galardonado con la Medalla “Víctor Humareda” otorgada por la Municipalidad de Lampa. Ha publicado cuentos y novelas, además de trabajos de su especialidad en varias revistas académicas y en diarios de circulación nacional.

Carlos, mucho tiempo alejado de Puno. De tus orígenes.
Bueno te cuento que yo soy juliaqueño de nacimiento. Fui engendrado en Puno y aprendí a caminar acá. Según los estudios realizados últimos de la neurología y la psicología, los tres o dos primeros años, incluso cuando uno está en el vientre materno son claves para tu vida posterior. Soy puneño y además me siento puneño.
Carlos Calderón Fajardo, es prácticamente un desconocido para todos nosotros
Sí pues, de alguna manera. Aunque no tanto porque acabo de ver que me sacaron un número especial en Los Andes, y ahora me han dado la medalla “Víctor Humareda” que se dará cada año a una personalidad del campo de la cultura puneña. Y este año me la dieron a mí por mi trayectoria como narrador. Entonces no soy tan desconocido como dices. Han podido dársela a Edgar Valcárcel, Feliciano, Jorge y tantos escritores puneños.
Siendo un escritor con más de diez títulos y una trayectoria que ha recorrido mundo, ¿cómo es que te sientes en tu tierra?
Feliz y contento con tanto reconocimiento. Tengo 12 libros publicados. Fui finalista del Tusquets, gané en Lima todos los premios habidos por haber. Pero también soy un desconocido en el Perú, y no sólo en Puno, sino también de esos escritores que se llaman de culto. La gente que sabe de literatura me estima, me aprecia, especialmente los jóvenes pero el gran público no me conoce. Tampoco me ha interesado mucho hacerme conocido.
Eres una especie de un Rubén Fonseca que no le agrada mucho la publicidad.
Algo así. Pero te digo que las cosas terminan cayendo por su propio peso. He tratado de escribir lo mejor que he podido, y lo más sinceramente. Y he podido llegar donde hoy me encuentro.

Un cuento de navidad - Ray Bradbury

El día siguiente sería Navidad y, mientras los tres se dirigían a la estación de naves espaciales, el padre y la madre estaban preocupados. Era el primer vuelo que el niño realizaría por el espacio, su primer viaje en cohete, y deseaban que fuera lo más agradable posible. Cuando en la aduana los obligaron a dejar el regalo porque pasaba unos pocos kilos del peso máximo permitido y el arbolito con sus hermosas velas blancas, sintieron que les quitaban algo muy importante para celebrar esa fiesta. El niño esperaba a sus padres en la terminal. Cuando éstos llegaron, murmuraban algo contra los oficiales interplanetarios.
-¿Qué haremos?
-Nada, ¿qué podemos hacer?
-¡Al niño le hacía tanta ilusión el árbol!
La sirena aulló, y los pasajeros fueron hacia el cohete de Marte. La madre y el padre fueron los últimos en entrar. El niño iba entre ellos, pálido y silencioso.
-Ya se me ocurrirá algo -dijo el padre.
-¿Qué...? -preguntó el niño.
El cohete despegó y se lanzó hacia arriba al espacio oscuro. Lanzó una estela de fuego y dejó atrás la Tierra, un 24 de diciembre de 2052, para dirigirse a un lugar donde no había tiempo, donde no había meses, ni años, ni horas. Los pasajeros durmieron durante el resto del primer "día". Cerca de medianoche, hora terráquea según sus relojes neoyorquinos, el niño despertó y dijo:
-Quiero mirar por el ojo de buey.
-Todavía no -dijo el padre-. Más tarde.
-Quiero ver dónde estamos y a dónde vamos.
-Espera un poco -dijo el padre.
El padre había estado despierto, volviéndose a un lado y a otro, pensando en la fiesta de Navidad, en los regalos y en el árbol con sus velas blancas que había tenido que dejar en la aduana. Al fin creyó haber encontrado una idea que, si daba resultado, haría que el viaje fuera feliz y maravilloso.
-Hijo mío -dijo-, dentro de medía hora será Navidad.
La madre lo miró consternada; había esperado que de algún modo el niño lo olvidaría. El rostro del pequeño se iluminó; le temblaron los labios.
-Sí, ya lo sé. ¿Tendré un regalo? ¿Tendré un árbol? Me lo prometieron.
-Sí, sí. todo eso y mucho más -dijo el padre.
-Pero... -empezó a decir la madre.
-Sí -dijo el padre-. Sí, de veras. Todo eso y más, mucho más. Perdón, un momento. Vuelvo pronto.
Los dejó solos unos veinte minutos. Cuando regresó, sonreía.
-Ya es casi la hora.
-¿Puedo tener un reloj? -preguntó el niño.
Le dieron el reloj, y el niño lo sostuvo entre los dedos: un resto del tiempo arrastrado por el fuego, el silencio y el momento insensible.
-¡Navidad! ¡Ya es Navidad! ¿Dónde está mi regalo?
-Ven, vamos a verlo -dijo el padre, y tomó al niño de la mano.
Salieron de la cabina, cruzaron el pasillo y subieron por una rampa. La madre los seguía.
-No entiendo.
-Ya lo entenderás -dijo el padre-. Hemos llegado.
Se detuvieron frente a una puerta cerrada que daba a una cabina. El padre llamó tres veces y luego dos, empleando un código. La puerta se abrió, llegó luz desde la cabina, y se oyó un murmullo de voces.
-Entra, hijo.
-Está oscuro.
-No tengas miedo, te llevaré de la mano. Entra, mamá.
Entraron en el cuarto y la puerta se cerró; el cuarto realmente estaba muy oscuro. Ante ellos se abría un inmenso ojo de vidrio, el ojo de buey, una ventana de metro y medio de alto por dos de ancho, por la cual podían ver el espacio. El niño se quedó sin aliento, maravillado. Detrás, el padre y la madre contemplaron el espectáculo, y entonces, en la oscuridad del cuarto, varias personas se pusieron a cantar.
-Feliz Navidad, hijo -dijo el padre.
Resonaron los viejos y familiares villancicos; el niño avanzó lentamente y aplastó la nariz contra el frío vidrio del ojo de buey. Y allí se quedó largo rato, simplemente mirando el espacio, la noche profunda y el resplandor, el resplandor de cien mil millones de maravillosas velas blancas.

Entrevista a director de Casatomada en Marea Cultural

10 diciembre 2009

Jorge Eduardo Eielson: A un pájaro de nombre Charly


Si alguna vez confundes
Tu corazón con tu sexo y tu sexo
Con un saxofón que llora
En una calle oscura
O si derramas amor a manos llenas
Sin que nadie lo reciba
Y asustado como un niño te despiertas
Y ya no hay caricia
Ni desayuno tibio
Ni vestido viejo ni vestido nuevo
Y ni una sola gota de materia
Que te recuerde el universo entero
Si no tan sólo
Un saxofón que no te da tregua
Un saxofón que no te da tregua
Es porque Charly respira
Porque en sus labios se enciende y se apaga
Una galaxia que nos aniquila
Como un pensamiento o una cifra aciaga
¿Acaso la música no es la medida
La suma total de cuanto existe
Y nuestra propia vida sólo el sonido
De una orquesta que se afina noche y día?
¿Recuerdas las manos de Bud en el piano
Volando como pájaros vivos
Sobre cascadas de luz y cristales hirvientes?
¿Y la trompeta de Dizzy en la noche
Que todo lo volvía incandescente
Y hasta el Empire State se derretía
Como si fuera de oro puro?
¿Y cuando Max tocaba la batería?
¿Recuerdas sus manos armadas
De millares y millares de centellas
Que lanzaba a tus oídos
A tu corazón y a tu ombligo?
(Todo era ritmo entonces
Tambor el cielo entero
Y todo lo que nos rodeaba
Tambores solamente
Porque de ritmo somos
Y hasta de ritmo
Aunque de falta de ritmo
Morimos.
Con nosotros
Nace el ritmo
Que no es tiempo ni sentido
Ni tampoco alborozo
Sino más bien latido
Tambor de piel humana
Que se quema
Huesos que no son huesos
Sino vacio Infinitas flautas
De oxígeno divino
Que tampoco es nada
Sino ritmo
Luz que rebota
De nota en nota
En nuestro oido
Disfrazada de sonido)
Y si alguna vez
Lejos del caos de nuestro origen
Del insondable gorila que se asoma
Tristemente en tu mirada
Lejos del tiempo y la rutina
De nuestro amor lleno de trapos
De miserables botones faldas y pantalones
Que se arrugan fácilmente
Si de tanto correr tras de la luna
Bajo cipreces que igualmente corren
Sin darte nunca la mano
No te queda sino el ritmo de las cosas
El resplandor de los objetos
Un tambor en la cabeza
Una botella entre los brazos
Si despues de tanto goce y tanto llanto
Tanto inmóvil viaje hacia la nada
El rayo violeta de Saturno
Baña tu cuerpo y tus sábanas sucias
Y ya cercano al fin arrojas
La inútil perla al tacho de basura
O como un perro escondes
Tu viejo saxofón debajo de la cama
Si tus costillas tu cráneo tu sonrisa
Tu pasta de dientes son sabor a tierra
Te recuerdan que la vida
Es sólo harina pan para el gusano
Si la sublime rosa suelta
Sus últimos protones en lugar de su perfume
O el cubo de la luz se apaga para siempre
Si te parece que no sabes nada
Porque no puedes decir nada
Ni sobre el amor ni sobre el ritmo
Si en vez de la fórmula sagrada
De la imposible nota jamás escuchada
Encuentras sólo el silencia oscuridad entropía
Las calles lluviosas de Harlem
Más lluviosas y frías aún
Si tu cuarto de hotel en penumbra
Se ilumina como un templo cuando miras
Una vieja fotografía de tu madre joven
Extrañamente azul y sin calzado
Y suena y suena en tu pecho cansado
Un saxofón que no te da tregua
Un saxofón que no te da tregua
Si todo eso no es bastante todavía
No te olvides que Charlie es un pájaro herido
Y que su grito es tu propio grito
Cuando abrazas lleno de rabia
Una extraviada muchacha de cabellos rubios
Y te duelen más que nunca las estrellas
En tu pobre corazón de niño
Y tu glande estremecido


Jorge Eduardo Eielson: Poeta y artista plástico peruano considerado una de las voces más radicales y a la vez más puras de la poesía hispanoamericana de este siglo. Nació en Lima en 1924 y vivió casi toda su vida en Italia. A lo largo de las transformaciones que ha sufrido su obra, puede decirse que se mantuvo fiel -como poeta y como artista plástico- a lo más esencial del espíritu de las vanguardias: experimentalismo, búsqueda incesante, provocación, nihilismo, contradicción. En sus inicios en la década de 1940, su poesía mostraba el influjo dominante de la mística, el simbolismo y el surrealismo, y especialmente el de dos poetas: Rilke y Rimbaud. Sus primeros trabajos revelan una perfección formal asombrosa y un brillo imaginístico casi perturbador, como puede verse en Canción y muerte de Rolando (1943, pero publicado en 1959) y Reinos (1945). Estos libros, impresos en reducidísima tirada o como separatas, apenas se conocieron fuera de Lima, lo que explica el tardío reconocimiento que su obra ha recibido.
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Carta de Carol Dunlop a Silvia Monrós —Aix-en-Provence, 10-VIII-81

Estas cosas que uno descubre, gratamente, en la red. Espero les guste.

"Querida Silvia, Me encantan tanto tus cartas, que casi me siento culpable de contestar (pero las cartas de veras, no se contestan, llaman a otras cartas y al final se hacen serpientes en el aire, y la gente que saben deslizar la mirada entre aire y nubes saben que son puentes, puentes donde se puede ir y venir y inclusive encontrarse, y sí, es cierto que la gente se puede contestar, pero los puentes, no –ves que con recibir tu carta en el momento que tenía realmente que recibir algo en el estilo, y puedes imaginar que muchas cosas en el estilo no hay en mi vida, pero hoy llegó la tuya, y otra con muy buenas noticias de una amiga poeta salvadoreña queridísima, más una carta de John Barth, a quien logré sacar unas páginas de una novela inédita para una antología sobre los desaparecidos– yo escribiendo cartas a John Barth, me parece sueño, pero así es, y creo bien que estoy con una crisis de alegría, después de unos días en que todo (yo la primera) me parecía aparentado a un montón de m…, y hace tiempo además que no recibo otra cosa que papelitos inútiles del banco o cartas donde me ofrecen traducciones que no quiero hacer, y ahora el paréntesis se me comió la frase), vuelvo atrás, culpable de escribirte en un español que tiene que ser inverosímil, aún más aquí donde ni tengo diccionario, bueno. Me divertí muchísimo con tu visión de mi vida entre los dos queridos machos. Tal vez tendrás razón, es curioso, ahora que se fue (hace tres días, ahora comprendes un poco mi no-estado de ánimo, aunque ni a mí misma lo confieso, cada verano me arranca un pedacito de mí misma cuando se va, el chico) Stéphane, no me acuerdo haber estado mucho en la cocina, sin embargo me digo que habremos comido: para ir de compras, pasó una cosa inesperada, la primera vez que fui al supermercado con el hijo, se enamoró de una chica, y no pedía más que ir a pasar sus días buscando su amor (a quien nunca, es evidente, dijo ni una palabra) entre la salsa de tomate y los pepinos. Además le gusta cocinar y es mucho más meticuloso que Julio por la limpieza de la cocina y de los platos (en su habitación, no, pero siempre hay la solución de cerrar la puerta)… Era algo raro ir a buscarlo al aeropuerto, llegó tan grande como yo, me esperaba a ello, lo que me dio realmente un golpe fue ver sus zapatos en el suelo… mi primera reacción era que había venido con un disfraz de payaso… Como su padre tiene el mismo sentido práctico de siempre, lo mandó con ropa de hace cinco años… sin problema, me robó mis shorts, mis jeans, me robó también la mirada y es tan parecido a mí que a veces tengo miedo que no sea más que un espejo donde uno cambia de sexo… y es tan tierno y lo pasamos tan bien, caminando, charlando, descubriéndonos de nuevo, que un poco más y me roba también el alma. Y ahora, pues, me faltan su olor, su piel, su mirada, sus sonrisas y bromas, hasta sus tonterías… pues mejor así, no tengo nada de la mère poule pero sé que somos un poco incestuosos. Julio te habrá hablado de la casa donde nos escondimos rodeados de pinos, muy cerca de la casa de Cézanne, con esa luz casi palpable de la Provence. Hacía diez años que no había venido a Aix (varias veces tuve que venir, cada vez sucedió algo –malo– y empecé a pensar que nunca volvería a ver ese lugar donde pasé cinco años, donde nació mi hijo…). No era tiempo, supongo, ahora sí es como una victoria, la ciudad es un encanto, aunque vayamos lo menos posible… Con vos no es así, y si no te he escrito es en el fondo por la misma razón por la cual no he ni mirado la novela que quería terminar desde hace meses y meses. Porque no se puede acercarse a ciertas comunicaciones sin el riesgo de dejar saltar la verdad más profunda que uno está viviendo en el momento. Sé que tratar de escribir una novela cerrando ciertas puertas, no dará más que una tricherie, un libro sin interés, de la misma manera que escribirte tratando de esconder ciertas cosas a mí misma, es mentirnos a las dos –y durante meses, anduve en un terreno tan frágil, tan cerca de la desesperación, que no pude ni escribir nada personal (acordándome de Mélanie, y de cómo vienen esas olas y te llevan lejos, escribir es como el amor y si uno está de acuerdo para acostarse con alguien, no es cuestión una vez en la cama de decir – pero yo guardo el slip puesto, no podía correr el riesgo de caer en algo que no hubiera podido esconder a Julio), ni escribir cartas de veras. Ha sido uno de los años más bellos y más horribles de mi vida, he tenido que tomar unas decisiones que uno nunca tendría que tener que tomar. He vivido en una especie de simbiosis con Julio, una hermosa y vertiginosa continuación de lo que vivimos desde hace años y que nos lleva cada vez más allá; y paralelamente, he vivido una solitud tan grande, que nunca hubiera imaginado ni siquiera que fuera posible. Y ya no puedo más por un lado, y ya estoy más serena por el otro, tal vez porque poco a poco he venido mirando las cosas más en frente. He dejado venir los fantasmas más negativos, he vivido con ellos durante no sé cuántas noches de insomnio, no sé cuántas veces en la calle, en el mercado, he sentido que de repente un horror sin nombre me caía encima, y pues, no es que sean más simpáticos ahora, pero las decisiones por lo menos han sido tomadas, y puedo cerrar los ojos un poco mejor. Estoy diciendo cualquier cosa, Silvia, porque ahora que he decidido, aunque en el fondo sea injusto para vos, que por haber pasado una vez por casa como una de las estrellas de una constelación que no ha terminado de revelarse, te vas a encontrar con un peso que no mereces. No sé decir las cosas pero sé que vos comprenderás, sabrás por qué no puedo pasar por ese puente. Pero es difícil de veras. Hasta ahora creo que he sacado bastantes fuerzas del silencio, del no decir las cosas y de estar sola con ellas, como si así tuvieran menos realidad. Las palabras son crudas, brutales, no dan por un lado lo específico de una situación pero si son ciertas, lo específico también está condicionado por ellas. Hace casi un año que sé, y soy la única en saberlo fuera de los médicos, que Julio tiene una leucemia crónica. Él no lo sabe, ni lo tiene que saber, porque siendo como es, su mejor esperanza de vivir más y bien (ahora está muy bien, en forma, y viviendo locuras como te contaré después, pero hace cinco o seis semanas me dio un susto de veras, de repente tenía todos los síntomas del cambio a la etapa aguda – finalmente no era más que alergia a un medicamento que toma) es no saberlo. Si fuera algún mecánico de Renault, sería horrible pero en el fondo, no se presentarían los mismos problemas. El más duro, ha sido tratar de ver en qué medida él viviría otra vida si supiera. Hace tiempo que no tiene tiempo de escribir, y ya no podía más de leer entrevistas donde dice «tengo dos novelas en la cabeza, y un día voy a partir para una isla para escribirlas». Ni estoy diciendo las cosas que quiero decir, por un lado estamos tan felices, por el otro me pregunto cómo es posible cuando en el fondo está esto. Fue duro, decidir de irse a Nicaragua como lo hicimos en febrero (fue bellísimo el viaje – pasamos dos semanas escondidos en Guadalupe, dos semanas en Nicaragua, y después dos otras semanas en Guadalupe antes de volver a París). Nos hizo un bien enorme, hace años que no había visto a Julio tan bien. Me daba la impresión que nada malo nos podía pasar en circunstancias así. Me costó porque el médico de Julio, buen médico pero los médicos parisienses son tan snob, que tenemos dos médicos, cada uno supuestamente extraordinario, y los dos tenemos que hacer análisis bastante seguidos. Pero el médico de Julio no confía en el trabajo del laboratorio donde me manda mi médico (al otro punto de Paris, es una lata cada vez), ni el mío en los resultados del de Julio – pues, imaginate cómo ven la situación en Guadalupe o en Nicaragua, el médico de Julio estaba muy en contra del viaje, y incluso sabiendo lo bien que le iba a hacer, no podía quitarme la inquietud profunda de saber si sí o no estaba haciendo la mejor cosa. Afortunadamente, cuando se enfermó Julio de la aspirina (parece increíble, pero nada tenía que ver con lo otro) conocí a una joven médica hematóloga que es una maravilla de persona, y quien hizo lo imposible para salvar a Julio y también para ayudarme a mí. Desde el principio estábamos tan juntas en la misma lucha, que nos hicimos muy amigas de veras. La quiero como he querido a poca gente en mi vida, y no solamente por lo que hizo a Julio, sino por lo que es ella. Es la única persona a quien he podido escribir, y entiende todo y me ha aconsejado poco a poco, dándome también tiempo para tomar conciencia de las cosas como por etapas. Ahora, desde hace poco, sé que si un día (según ellos, es inevitable, pero también dijeron que era inevitable la hepatitis y nunca vino. Brynhild me dijo la última vez que hablé con ella por teléfono, porque desgraciadamente vive muy lejos, en el sur de Francia, que sabe que desde su punto de vista medical, mi manera de ver la cosa no es realista. Y sin embargo ella también la ve así a veces. También era imposible, según los médicos, que Julio sobreviviera a lo que pasó en Aix. Y sin embargo lo hizo.) –ellos no dicen «si un día», sino «el día en que»– pasa a la etapa aguda, no hay nada que hacer. A pesar de todo lo que van a querer hacer los médicos, no hay nada que pueda resultar en aquel momento, y los especialistas guardan la gente en el hospital por interés medical, en un sentido. Entonces sé que es mejor para Julio – es una discusión que he tenido no sé cuántas veces con su médico, que cree que tendría que vivir casi al lado del laboratorio, no sé, como si lo importante no fuera la vida de Julio, sino de seguir de cerca sus reacciones… Y entre tanto, casi no tiene tratamiento, unas pastillas muy de vez en cuando para controlar el nivel de los glóbulos blancos, pero puede vivir una vida perfectamente normal… esa discusión sobre los viajes, sobre una promesa que hice el verano pasado, y que tendré contra todos (bueno, ahora sé que tendré Brynhild conmigo). Nunca más Julio volverá a vivir el infierno de la «reanimación» si no hay esperanza. Me siento mejor, no sé por qué, por haberte dicho las cosas. La cosa. Que a veces tiene poca realidad. Nadie puede saber cuánto tiempo puede durar la enfermedad. Yo creo, realmente creo, que serán años y años. Tal vez entre tanto tomaremos en el buen momento el mal avión. Y como si fuera poco, cuando volvimos de Aix, ya tuve yo por fin que ir a ver a un médico, muy avergonzada y colorada, pero tenía lo que conviene realmente llamar a pain in the ass desde mucho tiempo. Supongo (después de todo, nací en Boston y algo me quedará) que si no hubiera llegado el momento en que sangraba tanto que tenía que ponerme Kotex, que nunca utilicé por otras razones en toda mi vida de mujer, nunca hubiera ido. Diagnosticaron un «pequeño principio de cáncer», me lo sacaron y aunque el tratamiento que tuve después era bastante deprimente, parece que ha sido eficaz. Tampoco podía decir la verdad a Julio, estaba todavía muy golpeado por su experiencia del verano y incluso sin esto no sé si se lo hubiera dicho. Su médico hasta tenía miedo que sea una especie de suicidio inconsciente por simpatía. Parece que no. Ahora estoy bien, y creo que realmente está terminando. Después, para bien empezar el año, casi se murió mi hermana que en su vida ha tenido problemas de salud, y fui a pasar dos semanas en Boston cuidando a sus niños, mientras las vecinas venían a mirarme como si estuvieran buscando el OVNI que hubiera dejado en el patio atrás. Pues, terminó bien, pero era justo, justo. Menos mal que después pudimos ir a Guadalupe. (Y ahora tenemos un proyecto muy serio de comprar o hacernos hacer una case en la isla, algo muy sencillo donde podríamos vivir seis meses por año, porque es casi imposible trabajar en Paris.) Otro momento del día – hace nueve o diez días que estamos viviendo en el camioncito, en la orilla de la autopista del Sur, pero volveré a explicártelo todo, es una linda locura – y el grandote dice que ya es hora del trago de la tarde. Ya tomamos el trago, que era bueno, era vino porque cuando salimos de Paris calculamos mal la ración de whisky, pero pasado mañana vienen amigos à la rescousse, con provisiones. Y tengo que explicarte por qué estamos viviendo en la autopista desde el 23 de mayo, y por qué no vamos a salir de ella antes del 26 de junio. Hace cuatro años, el año en que fui yo que terminé las vacaciones en la sala de reanimación de un hospital de Marseilla, después de mi convalecencia en la misma casa donde Julio pasó la suya el año pasado, subimos a Paris muy despacito con el coche, por la autopista pero tomando como seis días, porque todavía no estaba muy fuerte y viajar cansa en esas condiciones. Y de aquel viaje, que finalmente fue muy lindo, nos nació la idea de hacer un día el viaje de Paris a Marseilla parándonos un día en cada parking, y escribir juntos un libro alrededor de la experiencia, tomándoles el pelo a los antiguos exploradores, y gozando de la ironía de tomar el camino más rápido, y más «civilisado», para hacer un viaje realmente de tortugas. Varias veces ya habíamos planificado la cosa – la última vez cuando se enfermó Julio – y siempre algo nos impedía hacerlo al último momento. Entonces este año borramos las fechas entre el 23 de mayo y el final de junio de la agenda, y decidimos que lo haríamos pase lo que pase. Y aquí estamos. Tuvimos que cambiar un poco las reglas del juego cuando después de haber estudiado el mapa de la autopista nos dimos cuenta que había como 66 parkings, y no podíamos pasar más de dos meses… Entonces son dos por día, y es mucho más maravilloso que todo lo que imaginábamos. Lo más impresionante es tal vez que desde el segundo día, encontramos tan normal vivir así, que a veces nos preguntamos por qué no vivir siempre así? En diez días, hemos hecho como 140 kilómetros, y vamos descubriendo cada vez más la otra autopista, esa misteriosa y secreta vía paralela en donde al final, es un poco «todos los parkings el parking». La banda de asfalta hecha para ir de un lugar a otro a máxima velocidad se ha vuelto una cosa casi abstracta, y hasta estamos a preguntarnos, a veces, si no hemos llegado a la inmovilidad total – si no es la autopista y los parkings que se mueven, y no nosotros. Estamos felices, locos, hemos por fin entrado en un espacio que nos da tiempo. Es todo escritura, música, lectura, erotismo. ¿La gente va a creer que teníamos que venir en la autopista para conseguir un poco de paz? Que lo creen o no, es cierto. Dentro de dos días, viene un amigo de Paris para traernos provisiones. Y once días después, sube un amigo del Sur para hacer lo mismo. Y vivimos dentro de Fafner, el camioncito Volkswagen, como en un palacio. Además, hasta ahora los parkings han sido increíblemente bellos, los bosques y pájaros y tranquilidad. Casi siempre nos da pena pasar al siguiente (porque siempre es desconocido). Ya avanza bastante el libro, una locura que tendrá fotos y comentarios científicos y cuentos y poemas y lo que venga…. Nos divertimos como locos. Los locos que somos. Una vez terminada la gran expedición, tendremos que subir muy rápido a Paris, porque salimos para Nicaragua el 4 de julio. Estoy muy contenta de poder por fin mostrar ese país que tanto amo a Stéphane, quien es más que entusiasmado. Hace un mes o dos que está estudiando el español con un profesor, yo quería que tenga unas lecciones para llegar hablándolo bien (ya basta llegar tan alto, con pelo rubio y ojos azules – si no habla bien el idioma, va a sufrir como si fuera gringo –), entonces dijo a su padre, sabiendo bien donde hay que tocarlo y sabiendo muy bien lo burgués que es, «tengo que encontrarme un profesor de español, porque Carol me explicó que a penas lleguemos, tendré que aprender a manejar un arma, y las clases se dan todas en español». Me pareció tan perfecto que no hice más que una desmentira que podía no ser una… Hago una exposición de fotos en Managua para el 19 de julio, fotos de niños. Vamos a pasar dos meses allá, en una casa que amigos nos han encontrado en la orilla del mar. Serán vacaciones, pero también trabajaremos en Managua o en otras partes dos días por semana. Después, tengo que ir, a principios de septiembre, al Brasil para un congreso de mujeres en –los artes… No quise, además no represento a ningún país, pero me sacaron el acuerdo y ya. Después, tenemos que ir a México para un congreso entre intelectuales latinoamericanos y norteamericanos (si se hace, no tenemos noticias). Y después, a Barcelona, a Alicante, y a una isla cuyo nombre me olvido. Y en octubre a Bruxellas y a Estocolmo. Ya ves… y podés imaginar cómo me duelen todos esos viajes, sobre todo a partir del Brasil, porque en Nicaragua lo vamos a pasar muy bien, pero lo demás, aunque sea interesante, será cansancio antes de todo. Pues, por lo menos, Julio me prometió que el 83 será año sabático. Completamente. No sé si te dije ya que terminamos la novela epistolar, te la mandaré apenas lleguemos a Paris. Ya la estoy traduciendo al francés (por el momento, tenemos editor francés pero ninguno en inglés). Karen está en Paris, en casa, en ese momento. Desgraciadamente la vimos poco, pero bastante para darnos cuenta que nos queremos tanto como antes, y arreglar los detalles de la novela. Tal vez nos va a visitar en algún parking la semana que viene. Bueno, ya te habrá cansado bastante esa carta, donde además no se habla más que de nuestros asuntos. Te imagino hundida en Rayuela, es una aventura por lo menos tan loca – y tan linda – que la en que estamos metidos nosotros ahora. Espero que estés bien, te escribiré pronto, con tu carta en mano y hablando de cosas más divertidas que de esa vida que por momentos, incomprensiblemente parecía querer transformarse en tele-novela. Y sin embargo no es así que viví, que sigo viviendo, las cosas. Se han roto tantas maneras de ver a las cosas, que quiero hablarte mucho… otra vez, y entre tanto, gracias por ser lo que sos, sé y no sé por qué lo sé, que estás. Del mismo lado. Un gran abrazo, y Julio también te manda cariños. (Está escribiendo a máquina también, sentado atrás, y tiene la mesita que nos sirve cuando llueve, como es el caso ahora. Estoy yo muy bien instalada en el asiento de pasajero adelante, y mi máquina está en el del conductor. Todo perfecto. Pero tememos que en uno de estos algún viajero bien intencionado nos mande un psiciatra del próximo péage, y no agregaría nada al libro ni a nuestra vida en ese momento.) (tengo una cosa muy freudiana con los paréntesis, me matan las frases!) cariños, Carol
P.S. Sabías que nos casamos hace un mes?"

08 diciembre 2009

El invisible Paul Auster


"El arte es un juego que hay que tomarse en serio"
El autor de 'Trilogía de Nueva York' vuelve en su nueva novela, 'Invisible', a algunos escenarios de juventud como París o Columbia. Es un libro poblado por jóvenes escritores víctimas del azar, el amor y la violencia

Una entrevista de Andrea Aguilar.

Paul Auster (Newark, Nueva Jersey, 1947) regresa a la Universidad de Columbia y a París, dos lugares donde pasó parte de su juventud, con Invisible (Anagrama), su nueva novela. La entrevista transcurre, sin embargo, a pocas manzanas de su casa, en un café de Brooklyn, territorio habitual en sus ficciones. Es el día después de Acción de Gracias. Auster llega con algo de retraso y cortésmente se disculpa. Viste vaqueros y una camisa azul oscuro, lleva puesta una bufanda roja y gafas de aviador negras.
Invisible es el decimoctavo libro y la novela número 13 del autor de Trilogía de Nueva York. La escribió en aproximadamente seis meses en 2008. Desde entonces ha estado trabajando en la siguiente, que ya ha acabado y saldrá dentro de un año. El nuevo libro ha recibido una brillante crítica en The New York Times, que lo ha saludado como su mejor obra, pero también otra funesta, a cargo del crítico de The New Yorker James Wood.
Lo cierto es que Invisible vuelve a estar poblada por escritores y jóvenes poetas -personajes familiares en el trabajo de Auster- que son víctimas del azar, el amor y la violencia. En este caso es un incesto lo que hace palpitar la trama. Dice que cuando su esposa (la también novelista Siri Husvedt) leyó este pasaje le dijo que parecía estar escribiendo sobre ellos. "Llevamos casados 30 años y hemos construido una amistad muy íntima, un vínculo emocional, intelectual y físico muy fuerte. Creo que tiene razón, de alguna manera eso estaba ahí cuando escribí", explica.
El escritor reconoce que en su ficción necesita hablar de espacios que le son familiares. "Me gusta escribir sobre cosas que conozco y que me han rondado la cabeza durante años. Intentas contar la verdad de tu personaje y del mundo tal y como lo conoces, pero al final el arte es un juego y por eso es divertido, aunque hay que tomárselo muy en serio", dice.
Como Walker, el protagonista de Invisible, Auster era estudiante en Columbia en 1967, le apasionaba la poesía francesa, que se esforzaba por traducir, y aquel año viajó a París en un intercambio. "He comprobado que cuando te concentras en algo distante en el tiempo la memoria te impulsa hacia delante", confiesa. Con su personaje también comparte el recuerdo de un cochambroso hotel en París donde él vivió en 1965. Y Auster, como Walker, fue un firme opositor a la guerra de Vietnam, aunque fantaseó con alistarse con los israelíes en la Guerra de los Seis Días. "Pensé que debía ir pero cuando empecé a planteármelo seriamente la guerra ya había terminado".
En la novela resuenan algunos temas de actualidad. Por ejemplo, el asunto de la evasión de la justicia que obsesiona al protagonista. Este viejo debate ha cobrado nueva fuerza con el caso de Roman Polanski, con quien Auster coincidió en los noventa en un jurado del Festival de Venecia. "Terminé el libro mucho antes de que le detuvieran", explica el escritor, uno de los firmantes del manifiesto en apoyo del director. "Éste es un asunto muy triste. Es un hombre mayor y no entiendo por qué esperaron 30 años para detenerle. Firmé porque me pareció injusto. Hasta donde yo sé, el juez estableció como pena que pasara un tiempo en un hospital psiquiátrico y Polanski cumplió. Luego el juez se retractó y fue entonces cuando se dio a la fuga. Ahora de pronto a todo el mundo le importa este caso, y yo la verdad es que creo que esto ya no es un caso".
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07 diciembre 2009

Martes 8: feriado infantil en la Feria del Libro RICARDO PALMA

Este martes 8 de diciembre (es feriado, así que no hay excusas) a las 3 de la tarde, los esperamos en la sala LOS GENIECILLOS DOMINICALES, de la 30 Feria del Libro Ricardo Palma (vértice del Museo de la Nación); donde se llevará a cabo la presentación de FIC Y LA REBELIÓN DE LOS NIÑOS, la primera novela del cuentista del desierto JORGE TUME QUIROGA y de las novelas EL MARAVILLOSO VIAJE DE FRANCISCO CAOBA y BUENA SUERTE FRANCISCO CAOBA de HENRY QUINTANILLA. Los comentarios estarán a cargo de los escritores GABRIEL RIMACHI SIALER y LALI GARCÍA. Los esperamos. El ingreso es libre y habrá Cuentacuentos para los niños, además de dulces cortesía de la editorial, un feriado libresco para que los más pequeños vayan conociendo el libro y descubran el apasionante misterio de la lectura.

04 diciembre 2009

La bestia tricéfala en la feria Ricardo Palma

Este sábado 5 de diciembre a las 8 y 30 pm., se presentará el libro Discursos contra la bestia tricéfala bajo el sello de Editorial Hipocampo. La cita será bajo el marco de La Feria del Libro en la sala “La Palabra del Mudo”. Estarán de presentadores: Oswaldo Reynoso, José Güich, Javier Garvich, Teófilo Gutiérrez (editor), y, también, los autores: Rafael Inocente, Arturo Delgado y Rodolfo Ybarra.
"He leído La Bestia Tricéfala y me he quedado sorprendido. Estos tres escritos trasuntan temáticas sociales construidas con maestría y coraje"
Enrique Congrains