27 septiembre 2009

Entrevista a Carlos Calderón Fajardo, el escritor vampiro...


El jueves pasado el escritor Carlos Calderón Fajardo presentó su última publicación: "El viaje que nunca termina" (La verdadera historia de Sarah Ellen). Este libro tiene una historia detrás de a historia: hace muchos años (casi 20 si mal no recuerdo) Calderón Fajardo se reunió con sus amigos Iván Thays, José Donayre y Ricardo Sumalavia para escribir una novela a cuatro manos. Pues bien, sólo Calderón Fajardo cumplió su parte, y esa breve versión fue desarrollada posteriormenta hasta llegar a verse editada en impecable trabajo de Ediciones Altazor. Sobre esta novela lo entrevista Harold Alva. Los dejo con un par de interesantes preguntas, puede seguir el enlace más abajo.

Publicó un adelanto de esta novela en 1993. Han pasado más de quince años y publica la versión definitiva ¿Por qué tuvo reposando tanto tiempo a Sarah Ellen?
La novela durmió 16 años porque maduró dentro de mí. La volví a reescribir después del sismo del 2007, cuando se creó un culto en relación a ella, después de que un hombre salvó la vida cobijado bajo su tumba. En 1993 era todavía un vampiro, pero a partir del 2007 se convirtió en una santa de culto. La idea de una vampiro que hace milagros me fascinó, y me reenganchó con la historia.

La vida como un viaje, el viaje como metáfora de una existencia que nunca se termina, representado en Sarah Ellen, la inglesa que se alucinaba Vampiro. ¿Existió realmente esta mujer o se trata de otra leyenda urbana?
La mujer existió, la leyenda nacida en Pisco, en Perú, llegó a Inglaterra y fue muy publicitada en la prensa inglesa y varios periodistas británicos hicieron una investigación exhaustiva sobre esta mujer. En google se puede hallar estas investigaciones hechas en Inglaterra. Lo mío es una novela inspirada en la leyenda urbana peruana. No recreo la leyenda, la leyenda me sirve de punto de partida para continuar ampliando mi horizonte expresivo. Esta novela no es extraña al corpus de mi narrativa, se emparenta con el cuento Gyula, con el tema de los verdugos de ese libro y con los rasgos góticos de mi novela La conciencia de límite último, novela con la que El viaje que nunca termina está emparentada; ambas novelas fueron escritas más o menos en la misma época, en el 91 y el 93 en los tiempos que estaba fresca de la embriaguez de sangre que hubo en la guerra interna.




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