22 marzo 2009

El enigma universal de Roberto Bolaño

Roberto Bolaño es uno de esos escritores que miles siguen, miles leen, muchos envidian, cientos quieren descubrir todo sobre él, decenas quieren conseguir los derechos de autor para explotarlo hasta que no quede nada, pero: ahí se equivocan. Porque Bolaño posee tres requisitos básicos para ocupar el cargo de autor de culto que ocupa: Su muerte es un misterio (cirrosis hepática dijo el forense pero ahora dicen que fueron las drogas -el crack, específicamente- lo que lo condujo a su fin); tiene una obra sólida (Basta mencionar "Los detectives salvajes" o "El ojo Silva" uno de sus mejores cuentos); y no dejan de aparecer nuevos "textos inéditos" que alborotan cada cierto tiempo a los lectores (ya quisieran algunos tener al menos uno de estos tres requisitos, ya quisiéramos algunos otorgarles por los menos el primero...). Hoy salió un artículo muy interesante sobre Bolaño en la sección cultural del diario El País. Los dejo con la nota y, si se animan, opinen.


A Roberto Bolaño no le cambió el éxito. No le llegó a tiempo. Cuando murió, a los 50 años, víctima de una cirrosis hepática, el 15 de julio de 2003, tenía una decena de obras de culto, que le permitían, todo lo más, vivir con holgura de la literatura. Ahora, seis años después de su muerte, su nombre de escritor está en boca de todos. Se reeditan sus libros, se le dedican ensayos y artículos, se adaptan sus novelas para el teatro, se estudian como guiones de posibles filmes. Es el éxito con mayúsculas. Un vendaval que lo ha trastocado todo, aunque a su principal responsable no puede ya afectarle.
Bolaño ha provocado silencio entre los escritores del 'boom' "No está claro cuántos días estuvo detenido en Chile", dice Montané. Lo que saboreó antes de morir, apreciado por la crítica, consagrado, incluso, como el mejor escritor latinoamericano de su generación, fue una celebridad a escala humana, por decirlo así. Su novela Los detectives salvajes, tejida con los mimbres de su experiencia juvenil en México, había sido la clave de ese ascenso, a partir de 1998, que se tradujo en dos premios importantes, el Herralde y el Rómulo Gallegos. Eso le proporcionó muchos más lectores y una cuenta bancaria saneada, después de una década de penuria económica, y mil oficios de sudaca que diría él.
El éxito con mayúsculas, su inscripción en una liga superior de autores, en la que sólo caben nombres como el de Gabriel García Márquez o Jorge Luis Borges, entre los latinoamericanos, le llegaría con una obra póstuma, 2666. O, mejor dicho, con su edición norteamericana, que llegó a las librerías el año pasado. Una obra monumental, la más ambiciosa y compleja, según los críticos, que le ha abierto las puertas de la celebridad.
Su traductora, Natasha Wimmer, tardó años en verterla al inglés. Preguntada por la dificultad del lenguaje de Bolaño, crecido en México, Wimmer, respondía al magazine del New York Times: "Vivió veintitantos años en España, y se aprecia muy bien la influencia del español castellano, al menos tanto como la del español de México".
Novela del año para la revista Time, ponderada por la archifamosa Oprah Winfrey, 2666 ha sido elegida mejor libro de ficción por el prestigioso Círculo Nacional de Críticos Literarios de Estados Unidos.
Juan Villoro escribe en el prefacio de un libro de entrevistas sobre el autor, publicado en Chile: "Como tantos grandes, Roberto Bolaño corre el albur de convertirse en mito pop". De lo que no hay duda es de que es un fenómeno literario generador de millones de dólares. Una mina de oro susceptible de ser explotada. Porque si el éxito no pudo cambiar a Bolaño, ha cambiado al menos el mundo que rodeó al escritor, nacido el 28 de abril de 1953 en Santiago de Chile, y afincado en España a partir de 1977.
Su legado literario, en manos de su viuda, Carolina López, ha pasado a ser gestionado por el todopoderoso Andrew Wylie, el agente más famoso, y más temido, del panorama literario mundial. Wylie está inventariando el archivo del escritor, en busca de nuevas joyas. De momento, se ha anunciado ya la publicación de un libro, El Tercer Reich, y se habla de otras dos nuevas, Diorama y Los sinsabores del verdadero policía o Asesinos de Sonora.
Su albacea oficioso, el crítico Ignacio Echevarría, amigo íntimo de Bolaño, cree, sin embargo, que las obras en papel, el material que está siendo examinado ahora por la viuda del escritor y por Wylie, "es una parte arqueológica" de su obra. "Nada de lo nuevo que se publique va a sumar al escritor que es ya", dice. Obviamente, no opina lo mismo su viuda, que vive todavía en Blanes, con los dos hijos de la pareja, Lautaro, de 18 años, y Alexandra, de 8. López declina, amablemente, hablar con este periódico. En un correo electrónico explica que necesita preservar la intimidad de sus hijos. No quiere entrar en cuestiones personales. ¿A quién puede importarle que antes de morir Bolaño la pareja estuviera prácticamente separada? Y, sin embargo, interesa. La revista chilena Quépasa dedicó recientemente un reportaje a la "compañera final" del escritor, la catalana Carmen Pérez de Vega.
La vida y la obra de Bolaño apasionan a un público cada vez más amplio, a medida que su obra escala en la lista de superventas. Y sus novelas son fuente de nueva inspiración. El Teatro Lliure presentó el año pasado una versión dramatizada de 2666. Y se habla de una posible adaptación al cine. 2666, un relato dividido en cinco partes, donde se mezcla el humor con la fantasía desbordante, y el inventario pormenorizado de los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, contiene todos los ingredientes necesarios para interesar al séptimo arte. Si Los detectives salvajes "cambió el paradigma del escritor latinoamericano", según Echevarría, 2666, la novela del mal, ha provocado una verdadera deflagración en la sociedad lectora estadounidense.
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Imagen: Roberto Bolaño, en Barcelona en 2002- EFE

1 comentario:

Carlos Rojas Olivos dijo...

Raro el caso de Bolaño, digo raro porque su éxito fue tan rápido que todo lo que había escrito antes de Los detectives salvajes se convirtió de repente en formidable. No digo que no lo sea porque sería entrar en un debate literario, pero creo que esto se debió más a una gran publicidad, sobre todo en Estados Unidos, después de su muerte. En España recién se le está conociendo, de a pocos, a pesar de los esfuerzos de Carmen Balcells que ya lo perdió como autor. Yo descubrí a Bolaño en una biblioteca de Frankfurt a comienzos del 2000: Literatura Nazi en Latinoamérica. Un buen libro, pero Bolaño todavía no era tan famoso como ahora que es un mito, para algunos.