23 octubre 2008

Un imprescindible de Augusto Monterroso

Con moraleja o sin ella, muchas veces la literatura sirve para disfrazar realidades y colocar en sus letras a personas que necesitan ser comparadas con animales para ver si alguna vez, por ventura, consiguen darse cuenta de que el camino que se eligió no es el correcto. Si mal no recuerdo, esa es la diferencia entre un relato, un cuento y una fábula (me refiero a la enseñanza de un valor a través de la escritura de una ficción), a ver qué opinan ustedes, por lo pronto, siempre es bueno descubrir en la relectura el por qué uno hace de tal o cual texto, su favorito. Saludos.

La rana que quería ser una rana auténtica


Había una vez una rana que quería ser una Rana auténtica, y todos los días se esforzaba en ello.
Al principio se compró un espejo en el que se miraba largamente buscando su ansiada autenticidad. Unas veces parecía encontrarla y otras no, según el humor de ese día o de la hora, hasta que se cansó de esto y guardó el espejo en un baúl.
Por fin pensó que la única forma de conocer su propio valor estaba en la opinión de la gente, y comenzó a peinarse y a vestirse y a desvestirse (cuando no le quedaba otro recurso) para saber si los demás la aprobaban y reconocían que era una Rana auténtica.
Un día observó que lo que más admiraban de ella era su cuerpo, especialmente sus piernas, de manera que se dedicó a hacer sentadillas y a saltar para tener unas ancas cada vez mejores, y sentía que todos la aplaudían.
Y así seguía haciendo esfuerzos hasta que, dispuesta a cualquier cosa para lograr que la consideraran una Rana auténtica, se dejaba arrancar las ancas, y los otros se las comían, y ella todavía alcanzaba a oír con amargura cuando decían que qué buena rana, que parecía pollo.

No hay comentarios.: