"Una novela notable y de lectura imprescindible que marca un hito
en el género de la ciencia ficción en la literatura peruana"
Los
viajes en el tiempo han formado parte de la fantasía del ser humano. Quizás el
mayor paradigma en la literatura de CF sea La máquina del tiempo (1895) de H.
G. Wells, que consolida al género a fines del siglo XIX. El deseo de
desplazarse en el tiempo, viajar al pasado y cambiar el presente ha llenado la
imaginación de muchos seres humanos, quizás porque no habitamos aún el mejor de
los mundos posibles y porque en la vida moderna, estar en el mundo es sufrir
intensamente, o morir de a pocos; un
mundo en donde todos tienen algo que desearían que no hubiese ocurrido; así, el
ser humano quiere ir en contra de ese destino, en contra de su propia historia,
de aquello que muchas veces es inevitable, por ejemplo, la muerte de un ser
querido. Esa es la motivación principal del personaje principal de la novela de
Carlos Vera Scamarone (Lima, 1974), también autor de Cartas para un éxodo
(2010). Y es que el deseo de obtener una vida mejor, recuperar un objeto
perdido del pasado (como en Citizen Kane del otro Wells) puede ser un deseo tan
perverso desde el punto de vista psicoanalítico.
La
paradoja Cane se inscribe dentro de la CF, y lo hace de un modo magistral, al
utilizar las paradojas y los universos paralelos. El inicio de la novela puede
engañar al lector al hacerle creer que se encuentra frente un drama sentimental
sobre relaciones familiares. Un accidente automovilístico provocará la
desestructuración del orden familiar de Cane, tras el fallecimiento de su hijo
(la escena será luego clave para engarzar los otros elementos de la trama). La
esposa terminará por abandonar a Daniel Cane, físico y prestigioso profesor
universitario, que atravesará por un período de crisis. Paralelamente se va
narrando en retrospectiva la adolescencia de Cane junto a su amigo Lou (los
“nerds” que llegarán a ser grandes físicos) y el “bullyng” que comete contra
ellos el abusivo Duncan Hershell (una suerte de Humberto Grieve vallejiano)
personaje construido como oponente de Daniel Cane.
Esta
relación de abuso y la clave del viaje en el tiempo recuerda al clásico
ochentero Volver al futuro (1985) de Robert Zemeckis, pero sin el humor
edulcorado e inocente; es decir, Duncan Hershell es una suerte de Biff Tannen,
malévolo personaje que –en el film- aprovechará el viaje en el tiempo para
construir su propia fortuna (y que en algún momento de la trama abusa de
George, padre de Marty McFly). Pero no estamos en Hill Valley en California,
sino en la ciudad de Filadelfia. Este guiño al lector lleva a otro clásico del
cine de CF El experimento Filadelfia (1984) de Stewart Rafill. Las escenas
representadas en la novela de Vera Scamarone rinden un tributo encriptado a
este film, pero manteniendo su originalidad.
Este
punto resulta fundamental pues parece que la novela se influencia más de la
cultura cinematográfica o televisiva, no solo en La dimensión desconocida de
Rod Serling sino en los 12 monos (1995) de Terry Gilliam, en esta última, en la
paradoja del tiempo circular que crea
una relación de causa-efecto; en el hecho en que no se puede cambiar el
presente (al menos no en su totalidad, sin padecer las consecuencias negativas
de tal acción).
Aquí
llegamos a un punto fundamental de la novela: esta tiene una trama que intriga
al lector y lo mantiene en suspenso, el narrador tiene un control absoluto de
todos los elementos de la trama. Pero no solo eso, puede leerse como una
película dramática de CF (eso sí, una película sin fondo musical, sin “The
power of love” de Huey Lewis and the News; ni “Johnny B. Goode”, lo que aumenta
aún más el carácter trágico), hay buenas descripciones de los escenarios y los
personajes, tanto en su forma externa así como en su psicología. No son seres
maniqueos sino con vida propia, autónomos del autor (aunque ambos nombres de
Daniel Cane y Carlos Vera posean el mismo número de letras). Los demás
personajes que se van insertando en la trama cumplen con la función de mantener
el suspenso. Las últimas secciones del libro, dividido en 43 capítulos,
resuelven parcialmente la paradoja, pues el círculo vicioso no se cerrará
jamás. Como en las tramas del científico loco, el experimento nunca saldrá
bien, y el castigo posterior que sufrirá es solo su consecuencia moral
establecida de antemano, por más que el personaje o los personajes se aferren a
las pulsiones de vida.
Ahora
bien, ¿Dónde insertar esta novela dentro de la tradición local? Es una novela
poco frecuente, pues si bien parte del modelo de Wells, intenta dar un sustento
científico a la posibilidad del viaje en el tiempo, es decir, su inserción es
sobre todo de base humanística, plantea conflictos humanos más allá de la
ciencia, como la culpa y la búsqueda de redención (además del deseo de venganza
y el de reinstalar un orden en su microcosmos). ¿Cuál es el “mensaje” de la
novela? O no hay “mensaje” o se trata de buena y pura literatura de
entretenimiento, lo cual no es un demérito sino una virtud. El mensaje podría ser: no se puede cambiar el
destino (los sucesos, los acontecimientos), por lo tanto el personaje
(científico) es transgresor y desde el punto de vista pedagógico nos enseña a
no transgredir las reglas en la vida real porque nos puede traer problemas
(como en los cuentos de terror, en donde la transgresión a la prohibición
tendrá consecuencias negativas), la ciencia es negativa; hay una desconfianza
porque todo sale mal en la ciencia que intenta ir más allá de la normalidad del
mundo; pero también podría ser: vivimos en un mundo en donde cada acto
desencadena otra serie de hechos sobre los que uno no tiene control (como el
efecto mariposa, dentro de la teoría del caos). En este caso se trata de estar
alerta a los cambios, al acontecimiento, que puede no librarnos de la culpa,
pero sí hacer más soportable nuestra existencia. Igual, la ciencia hace su
intento, pero fracasa. El futuro es algo que se construye desde el presente,
pero el presente será siempre pasado. Y el futuro (o uno de los mundos posibles
que se sugiere) es totalmente distópico.
La máquina del tiempo
La
novela es inquietante. Pues así como podríamos cambiar nuestra microhistoria y
vivir otras vidas, llenas de esplendor y
felicidad, también, en sentido inverso podríamos estar viviendo –en este
momento- otras, distintas miserias humanas en diferentes universos paralelos en
donde múltiples “yos” se reverberan ad infinitum en múltiples posibilidades,
sin encontrarse, ni tocarse; ergo, este es solo un mundo posible, a la vez un
simulacro posible de entre otros infinitos.
La
paradoja Cane, abre una posibilidad para la CF peruana. Demás está en insistir
en la madurez que han alcanzado algunas novelas recientes del género
(Resplandor de Paco Bardales, El fantasmocopio de Carlos Freyre, Los viejos
salvajes de Carlos de la Torre, Cazador de momentos de Juan José Cavero, Oso
hormiguero de J.C.Luc4as). Esta novela es una de ellas y creo que marcará un
hito en la tradición del género de CF. Escrita desde cierta base científica
muestra el fracaso, la desconfianza en la racionalidad –acaso una crítica a la
racionalidad o simple artefacto borgeano ficcional-, el atisbo de un mundo
monstruoso, primitivo, uno de muchos mundos posibles que se plantea. La
paradoja Cane es una notable novela y de lectura imprescindible. Se avecinan
grandes tiempos para la literatura fantástica y CF en Perú. Celebro la
aparición de esta novela y muchas otras de Carlos Daniel Cane Vera Scamarone.
ESCRIBE: Elton
Honores, Universidad Nacional Mayor de San Marcos
Los invitamos a seguir su blog en el siguiente enlace: http://tinyurl.com/k8htbad
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