22 septiembre 2012

Arx, de Luis Boceli, por Frido Martin




ArX: algunas palabras desde el in-torno

ArX, tercera entrega de Luis Boceli[1], se me antoja un libro juguetón y complejo, complejo al punto de demandar por ratos un criptoanálisis, pero lúdicamente irreverente y felizmente así. Asaz irreverente como para erigirse en "summa poética", ArX se presenta a sí mismo desde el título como "Con Zumo Poética(s)". El poema inicial, "Alóhomos", nos lo muestra así:

Sí, Homos
Acéptalo
Cantad este himno:

¡Con zumo bombas!
¡Con zumo guerras!
¡Con zumo silencios!
¡Con zumo sinfónicas distorsiones!

[...]

No me lea,
Esto no es alimento para adultos
Esto es el estudio del Con Zumo

Y sobre este estudio pretende el "yo es otro" del poemario, en el segundo poema, arrojar alguna luz:

Espero llegar al Lampo
Al Lampo
Desnudar al Homo Alienado

¿Pero qué cosa es este ArX que suena como la palabra latina que significa ‘ciudadela’, ‘fortaleza’, ‘baluarte’, ‘altura’, ‘cumbre’?[2] ArX es ciertamente la organización de un espacio habitable, pero más específicamente un espacio que es algo así como un juguete para armar, un ‘cubo’ que se ofrece como tal en la dedicatoria. De este juguete, el sujeto poético nos dice en el título del cuarto poema "Es preciso botar de una vez el cubo al mar", y se nos ocurre pensar en el cubo como si fuera una nave lista para empezar su destino o una botella flotante[3] que porta un mensaje, quizá un mensaje para armar. El fracaso de la apuesta, sin embargo, habla en el vigésimo poema, "Monólogo con Hinostroza" (poema que lleva como título ya la admisión del fracaso, por eso de ‘mono-logar con otro’):

No sé jugar ajedrez
Nunca armaré el cubo de la interminable huida
La Posibilidad es Otro

El ya emblemático "Yo es otro" de Rimbaud exhibe en ArX, "con las tripas para afuera", la consecuencia que suele hallarse solo tácita en otros discursos ficcionales: "tú es otro (otro)". Menos el yo o el tú de la comunicación (específicos, definidos, sujetos a responsabilidades y aburridos), casi cualquier vertimiento deíctico cabe en otro y en otro (otro) cuando se escapa de la cárcel de la comunicación. ¿Y quién es otro (otro) en ArX? Otro (otro) eres tú-lector, (que no es lo mismo que tú o tú) un tú que actúa como una red de simulaciones referenciales con ecos (o sombras) de ese yo que es otro (y del otro que se pone entre paréntesis). Veamos un fragmento del tercer poema del conjunto.

Qué te hace pensar que lo que lloras no lo llora otro.
Qué te hace pensar que Yo es otro. Qué te hace pensar que
la vida plagias melancólico. Qué te hace pensar que eres
original: Imbécil y Original.

Esta invocación al otro (otro) se hace aún más palmaria en "No Lampo", donde queda claro lo que más adelante se aprecia en el poema veinte (el del “Monólogo con Hinostroza”):

¿Que aún no llegas al Lampo? No, aún no llego. La verdad
mortal qué risa y pena me das. Ríete, ríete, no sé de
qué eternidad me hablas. Lo único que sé, es que la sigo
amando. ¿Que aún no llegas al Lampo? No sé qué es. Qué
es, no sé. Pero te puedo dar secretitos luminosos.

Se me ocurre, sin embargo, que el fracaso es de una coherencia lógica irreprochable. Si yo es otro e Hinostroza es otro, no queda más que monologar con Hinostroza. Los ‘secretitos luminosos’ no  iluminan lo suficiente y el yo de ArX admite no armar ‘el cubo de la interminable huida’. ¿Pero cuáles son estos ‘secretitos luminosos’, estos lampos que destellan de cuando en cuando en ArX? Encriptados en una morfología bizarra, aparecen como chispazos de luz estroboscópica que enceguecen en el mismo instante que iluminan. Uno de los primeros nos sorprende en “Es preciso botar de una vez el cubo al mar y dice así: 

Voy a contar mi más secreta verdad

Antimántrinalaxelestial

No es ocasión aquí, como invitación a la lectura que son estas palabras de presentación, de robarle al lector el deleite de detenerse y saborear cada una de las des-encriptaciones posibles de este y otros vocablos a la luz de todo ArX. Solo un par de consejos: no busquen la interpretación definitiva, no olviden el reajuste entre vocales al límite de morfemas y consideren la posibilidad de mantener tal cual morfemas o palabras latinas. Pero, sobre todo, no busquen tampoco, a cómo dé lugar, que haya siquiera un sentido o un orden de signos lingüísticos con significantes y significados en cada palabra impresa. Lo siento mucho por los adoradores del sentido, de la importancia del ‘significado’, del discurso que ‘representa’ la ‘realidad’, bien sea lo ‘banal’ o bien sea lo ‘trascendente’. Si ustedes son ellos, lo van a pasar mal, muy mal, remal; y seguro no se harán esperar sus voces para denunciar en sus blogs, en sus redes sociales o en algún otro medio, otro libelo más de literatura de evasión, de intrascendencia, plagado de juegos del lenguaje sin mucho sentido, con sintaxis ‘defectuosa’ y con harta excrecencia sonora, muy a la moda de cierta tendencia que lamentablemente ‘gana adeptos’ entre los jóvenes de las promociones recientes[4].

Liberar el uso del lenguaje de sus ataduras comunicativas, como se lleva a cabo en todo discurso ficcional y cuyos mecanismos de liberación se hacen patentes en ArX, implica liberar al texto del mundo, algo que ese yo que habla en ArX nos señala claramente en el poema recientemente citado:

¡Es hora de cambiar las bujías, compañeros!
(Perforar los ojos)
¡Es hora de morir, mundo!

Es justamente el poema siguiente, “Antitrontrinalaxelestial” algo así como la declaración de guerra a esos lectores que a cómo dé lugar quieren sacar provecho de lo que leen y saciarse en la sensatez del sentido. Para ellos, lectores de dos dimensiones, lectores planos, ArX les asegura, en clave de Père Ubu, una buena mandada de MIERDRA.

Como intento de contraste, ArX nos propone una idea tetradimensional del cubo en el poema “Teserac” (el hipercubo), aunque, cierto es, más como desiderátum que como una experiencia que siquiera simule para nosotros las cuatro dimensiones. Acá se nos echa en cara:

Todos echamos a correr y nos metemos a nuestras casas,
para hacer nuestras cosas planas
Para hacer nuestras cosas planas, todos echamos a correr
y nos metemos a nuestras casas
Nos metemos a nuestras casas para hacer nuestras cosas
planas

Prosigue esta voz irónica y cachacienta en “Auto análisis al homo o salto al vacío”:

O sea Ud. como jurado lo prefiere redondo como una
naranja guando
O sea un solo poema de largo aliento, una fumadita, una
tablita, ¿orgánico?
O sea algo así como aterrizar en su ojo y estrellarme sin
mansalva en su alma

No nos deja tranquilos en “Somos una generación” con su

¿Somos una generación o una ración generosa que espanta?

Y nos ‘alucina’ con su “Alucigrama de la Organización Poética”:


Luego de “Alucigrama”, ArX despliega su poética: inicia esto en “Proyecto de canchas sintéticas para poetas naturales” y prosigue en “Mallarlú” (¿Mallarmé + Luis Boceli?), donde prefiere la lanzada de trompo arguediana (el ‘zumbayllu’) a la lanzada de dados mallarmeana:

Todo pensamiento emite una Tirada de Dados [Mallarmé]
Todo pensamiento emite una Lanzada de Trompo [Zatic,
robando símbolo a Arguedas]
Arguedas superó en esta imagen giratoria a Mallarmé
Veamos:
Una tirada de dados da determinados números al azar
Y cae siempre en seis lados
En cambio Una lanzada de trompo gira con todos los
números
Bailando en la sien
Y llega un momento un momento en que de tanto bailar
Se echa a dormir
(De costado)

Continúa esta etapa en “Silana”, poema que toma su título de un nombre frecuente entre personajes femeninos de mágicos poderes en los juegos de rol. El poema nos revela:

Yo no escribo cosas profundas
Yo escribo cosas nimias
Por ejemplo:
Tergiverso el verso
Y magia
           
Y, así, transcurren otros poemas, textos en los cuales extrañamos algún escape de lo metatextual y que, incluso en aquellos más aparentemente libres de ello, y de intensidad y factura impecables (pienso en “Confundió”, en “Pregunta abierta en deshielo” o “¿Qué opinas de lo redondo, René Magritte?”, aunque quizá se salven de ello un poema, más que ‘fonético’, ‘morfológico’: “AluDeo”, así como “Táctica de cómo seducir a Neuronas Afrodisíacas” y “Ni que I”), nos devuelven implacables al plan de ArX cual si fueran teoremas: demostrar o des-montar los ‘con-zumos’ poéticos.

Cerca ya del final, el yo es otro de ArX, en el penúltimo poema que lleva como título el juego acronímico “Bogurí”, entra en el ‘otro’ bajo la tercera persona gramatical y encontramos aquí a ‘Celeste’ (¿acaso aludida en los poemas ‘anti…celestial’ del inicio?). De ella (que más que ‘Celeste’ es lo celeste) parecemos escuchar:

Lo tuyo es genial pero debes aspirar a lo Genial
Hay madera eres bueno pero todavía no muy Bueno
Sigue el humilde ejemplo de Dersu Uzala

dispara no a la botella                         sino al hilo

Acá volvemos a encontrarnos con la botella-cubo de “Es preciso botar de una vez el cubo al mar”:

Se lanza al mar caña de pescar
Se ancla una botella
rombo

Y se bucea en su interior

Y el libro finalmente se muerde la cola y termina de hacerlo en “Cristo, Castro, Costra”, poema que el yo es otro invita a leer de abajo hacia arriba (que, en efecto, se deja leer así y también en el otro sentido). Acá nos damos con la X de ArX (o la de Cristo) que es como un tajo, como una herida (o una costra), con el ArX latino (que también es como una fortaleza o un castro). Poema de confesión, confusión y leve certeza, en él leemos:
Cristo Castro Costra herido siempre herido vive

Para terminar, debo decir que ArX presenta varios méritos: en primer lugar, es un libro y no una mera colección de poemas; en segundo lugar, es una apuesta de escritura exigente (una de las más exigentes que haya yo leído en la poesía peruana reciente en los últimos años), tanto por lo que demanda del lector como por su anticomplacencia; en tercer lugar, es una propuesta que, a pesar de lo que demanda en la lectura, desnuda sus mecanismos pragmáticos; y, finalmente, es en sí mismo todo un programa poético. En una línea “metalingüística”, que en la tradición peruana ha sido poco desarrollada y que tiene entre sus antecedentes a Jorge Eduardo Eielson, en especial a Mario Montalbetti (quien ha ido más allá que ningún otro, sobretodo en su magistral Cinco segundos de horizonte[5]), y, entre los más jóvenes, a José Antonio Villarán (el más arriesgado de todos con su La distancia es siempre la misma[6]) y, en distinto grado, al Juan Yuffra de Instalación[7], al Giancarlo Huapaya de Taller Sub-verso[8] y al Luis Alvarado de Inventario[9], esta entrega de Luis Boceli destaca, sin lugar a dudas, en un lugar muy especial. ¡Salud por ello!



Frido Martín

Pueblo Libre, Domingo de Resurrección, 2012




[1] Obras anteriores del autor: Boceli, Luis (2006) Pizzicato Labio, Hipocampo editores, Lima; (2009) A luci nado, Lustra editores, Lima.
[2] Sin pretensión de hacer mofa sobre el misterio de ArX, pero insuflándome del ánimo irreverente del libro, me llama la atención la dedicatoria:

Dedico este cubo a Picarxo, Molière y a la mujer laberinto [...]

Si restituimos las letras originales del apellido del famoso pintor español que han quedado desplazadas por la r y la x de la dedicatoria y efectuamos la misma operación sobre "ArX", el resultado será "Ass", que no es otra cosa como los anglófonos llaman a nuestro castizo "culo". Pero ArX no se trata de un culo sino de un cubo, algo así como un juguete para armar.
[3] Como la botella del quinto poema, “Antitrontinalaxelestial”.
[4] No faltarán quienes, ya sea entusiasmados superficialmente por la propuesta de ArX o ya sea nada a gusto con la entrega, vean en este libro un ejemplo de literatura ‘postmoderna’: membrete fácil, sin duda, para quienes no han entendido, por un lado, el sentido de lo ‘moderno’ y los malentendidos de lo ‘postmoderno’, por el otro. ¿Podríamos, por lo demás, llamar ‘postmoderna’ a una obra que apuesta sistemáticamente por un programa de escritura, como lo hace ArX? Craso error.
[5] Montalbetti, Mario (2005) Cinco segundos de horizonte, Álbum del Universo Bakterial, Lima.
[6] Villarán, José Antonio (2006) La distancia es siempre la misma, Matalamanga, Lima.
[7] Yufra, Juan (2009) Instalación, Cascahuesos Editores-Editorial Auqui, Arequipa-Cuzco.
[8] Huapaya, Giancarlo (2011) Taller sub verso, Katatay, Lima.
[9] Alvarado, Luis (2010) Inventario, Ediciones de Yuggoth, Lima.