ArX: algunas palabras desde el
in-torno
ArX,
tercera entrega de Luis Boceli[1],
se me antoja un libro juguetón y complejo, complejo al punto de demandar por
ratos un criptoanálisis, pero lúdicamente irreverente y felizmente así. Asaz
irreverente como para erigirse en "summa poética", ArX se presenta a
sí mismo desde el título como "Con Zumo Poética(s)". El poema
inicial, "Alóhomos", nos lo muestra así:
Sí, Homos
Acéptalo
Cantad este himno:
¡Con zumo bombas!
¡Con zumo guerras!
¡Con zumo silencios!
¡Con zumo sinfónicas
distorsiones!
[...]
No me lea,
Esto no es alimento
para adultos
Esto es el estudio del
Con Zumo
Y
sobre este estudio pretende el "yo es otro" del poemario, en el
segundo poema, arrojar alguna luz:
Espero llegar al Lampo
Al Lampo
Desnudar al Homo
Alienado
¿Pero
qué cosa es este ArX que suena como la palabra latina que significa
‘ciudadela’, ‘fortaleza’, ‘baluarte’, ‘altura’, ‘cumbre’?[2]
ArX es ciertamente la organización de un espacio habitable, pero más
específicamente un espacio que es algo así como un juguete para armar, un
‘cubo’ que se ofrece como tal en la dedicatoria. De este juguete, el sujeto
poético nos dice en el título del cuarto poema "Es preciso botar de una
vez el cubo al mar", y se nos ocurre pensar en el cubo como si fuera una
nave lista para empezar su destino o una botella flotante[3]
que porta un mensaje, quizá un mensaje para armar. El fracaso de la apuesta,
sin embargo, habla en el vigésimo poema, "Monólogo con Hinostroza"
(poema que lleva como título ya la admisión del fracaso, por eso de ‘mono-logar
con otro’):
No sé jugar ajedrez
Nunca armaré el cubo
de la interminable huida
La Posibilidad es Otro
El
ya emblemático "Yo es otro" de Rimbaud exhibe en ArX, "con las
tripas para afuera", la consecuencia que suele hallarse solo tácita en
otros discursos ficcionales: "tú es otro (otro)". Menos el yo o el tú
de la comunicación (específicos, definidos, sujetos a responsabilidades y aburridos),
casi cualquier vertimiento deíctico cabe en otro y en otro (otro) cuando se
escapa de la cárcel de la comunicación. ¿Y quién es otro (otro) en ArX? Otro
(otro) eres tú-lector, (que no es lo mismo que tú o tú) un tú que actúa como
una red de simulaciones referenciales con ecos (o sombras) de ese yo que es
otro (y del otro que se pone entre paréntesis). Veamos un fragmento del tercer
poema del conjunto.
Qué te hace pensar que
lo que lloras no lo llora otro.
Qué te hace pensar que
Yo es otro. Qué te hace pensar que
la vida plagias melancólico. Qué te hace pensar
que eres
original: Imbécil y Original.
Esta
invocación al otro (otro) se hace aún más palmaria en "No Lampo",
donde queda claro lo que más adelante se aprecia en el poema veinte (el del
“Monólogo con Hinostroza”):
¿Que aún no llegas al
Lampo? No, aún no llego. La verdad
mortal qué risa y pena
me das. Ríete, ríete, no sé de
qué eternidad me
hablas. Lo único que sé, es que la sigo
amando. ¿Que aún no
llegas al Lampo? No sé qué es. Qué
es, no sé. Pero te
puedo dar secretitos luminosos.
Se
me ocurre, sin embargo, que el fracaso es de una coherencia lógica
irreprochable. Si yo es otro e Hinostroza es otro, no queda más que monologar
con Hinostroza. Los ‘secretitos luminosos’ no
iluminan lo suficiente y el yo de ArX admite no armar ‘el cubo de la
interminable huida’. ¿Pero cuáles son estos ‘secretitos luminosos’, estos
lampos que destellan de cuando en cuando en ArX? Encriptados en una morfología
bizarra, aparecen como chispazos de luz estroboscópica que enceguecen en el
mismo instante que iluminan. Uno de los primeros nos sorprende en “Es preciso
botar de una vez el cubo al mar y dice así:
Voy a contar mi más secreta verdad
Antimántrinalaxelestial
No
es ocasión aquí, como invitación a la lectura que son estas palabras de
presentación, de robarle al lector el deleite de detenerse y saborear cada una
de las des-encriptaciones posibles de este y otros vocablos a la luz de todo
ArX. Solo un par de consejos: no busquen la interpretación definitiva, no
olviden el reajuste entre vocales al límite de morfemas y consideren la
posibilidad de mantener tal cual morfemas o palabras latinas. Pero, sobre todo,
no busquen tampoco, a cómo dé lugar, que haya siquiera un sentido o un orden de
signos lingüísticos con significantes y significados en cada palabra impresa.
Lo siento mucho por los adoradores del sentido, de la importancia del
‘significado’, del discurso que ‘representa’ la ‘realidad’, bien sea lo ‘banal’
o bien sea lo ‘trascendente’. Si ustedes son ellos, lo van a pasar mal, muy
mal, remal; y seguro no se harán esperar sus voces para denunciar en sus blogs,
en sus redes sociales o en algún otro medio, otro libelo más de literatura de
evasión, de intrascendencia, plagado de juegos del lenguaje sin mucho sentido,
con sintaxis ‘defectuosa’ y con harta excrecencia sonora, muy a la moda de
cierta tendencia que lamentablemente ‘gana adeptos’ entre los jóvenes de las
promociones recientes[4].
Liberar
el uso del lenguaje de sus ataduras comunicativas, como se lleva a cabo en todo
discurso ficcional y cuyos mecanismos de liberación se hacen patentes en ArX, implica
liberar al texto del mundo, algo que ese yo que habla en ArX nos señala
claramente en el poema recientemente citado:
¡Es hora de cambiar las bujías, compañeros!
(Perforar los ojos)
¡Es hora de morir, mundo!
Es
justamente el poema siguiente, “Antitrontrinalaxelestial” algo así como la
declaración de guerra a esos lectores que a cómo dé lugar quieren sacar
provecho de lo que leen y saciarse en la sensatez del sentido. Para ellos,
lectores de dos dimensiones, lectores planos, ArX les asegura, en clave de Père
Ubu, una buena mandada de MIERDRA.
Como
intento de contraste, ArX nos propone una idea tetradimensional del cubo en el
poema “Teserac” (el hipercubo), aunque, cierto es, más como desiderátum que como una experiencia que
siquiera simule para nosotros las cuatro dimensiones. Acá se nos echa en cara:
Todos echamos a correr y nos metemos a nuestras
casas,
para hacer nuestras cosas planas
Para hacer nuestras cosas planas, todos echamos a
correr
y nos metemos a nuestras casas
Nos metemos a nuestras casas para hacer nuestras
cosas
planas
Prosigue
esta voz irónica y cachacienta en “Auto análisis al homo o salto al vacío”:
O sea Ud. como jurado lo prefiere redondo como una
naranja guando
O sea un solo poema de largo aliento, una fumadita,
una
tablita, ¿orgánico?
O sea algo así como aterrizar en su ojo y
estrellarme sin
mansalva en su alma
No
nos deja tranquilos en “Somos una generación” con su
¿Somos una generación o una
ración generosa que espanta?
Y nos ‘alucina’ con su “Alucigrama de la Organización Poética ”:
Luego de “Alucigrama”, ArX despliega su poética: inicia esto en “Proyecto
de canchas sintéticas para poetas naturales” y prosigue en “Mallarlú”
(¿Mallarmé + Luis Boceli?), donde prefiere la lanzada de trompo arguediana (el
‘zumbayllu’) a la lanzada de dados mallarmeana:
Todo pensamiento emite una Tirada de Dados
[Mallarmé]
Todo pensamiento emite una Lanzada de Trompo
[Zatic,
robando símbolo a Arguedas]
Arguedas superó en esta imagen giratoria a Mallarmé
Veamos:
Una tirada de dados da determinados números al azar
Y cae siempre en seis lados
En cambio Una lanzada de trompo gira con todos los
números
Bailando en la sien
Y llega un momento un momento en que de tanto
bailar
Se echa a dormir
(De costado)
Continúa esta etapa en “Silana”, poema que toma su título de un nombre
frecuente entre personajes femeninos de mágicos poderes en los juegos de rol.
El poema nos revela:
Yo no escribo cosas profundas
Yo escribo cosas nimias
Por ejemplo:
Tergiverso el verso
Y magia
Y,
así, transcurren otros poemas, textos en los cuales extrañamos algún escape de
lo metatextual y que, incluso en aquellos más aparentemente libres de ello, y
de intensidad y factura impecables (pienso en “Confundió”, en “Pregunta abierta
en deshielo” o “¿Qué opinas de lo redondo, René Magritte?”, aunque quizá se
salven de ello un poema, más que ‘fonético’, ‘morfológico’: “AluDeo”, así como
“Táctica de cómo seducir a Neuronas Afrodisíacas” y “Ni que I”), nos devuelven
implacables al plan de ArX cual si fueran teoremas: demostrar o des-montar los
‘con-zumos’ poéticos.
Cerca
ya del final, el yo es otro de ArX, en el penúltimo poema que lleva como título
el juego acronímico “Bogurí”, entra en el ‘otro’ bajo la tercera persona
gramatical y encontramos aquí a ‘Celeste’ (¿acaso aludida en los poemas
‘anti…celestial’ del inicio?). De ella (que más que ‘Celeste’ es lo celeste)
parecemos escuchar:
Lo tuyo es genial pero debes aspirar a lo Genial
Hay madera eres bueno pero todavía no muy Bueno
Sigue el humilde ejemplo de Dersu Uzala
dispara no a la
botella sino al
hilo
Acá
volvemos a encontrarnos con la botella-cubo de “Es preciso botar de una vez el
cubo al mar”:
Se lanza al mar caña de pescar
Se ancla una botella
rombo
Y se bucea en su
interior
Y el
libro finalmente se muerde la cola y termina de hacerlo en “Cristo, Castro,
Costra”, poema que el yo es otro invita a leer de abajo hacia arriba (que, en
efecto, se deja leer así y también en el otro sentido). Acá nos damos con la X de ArX (o la de Cristo) que es como un tajo, como una
herida (o una costra), con el ArX
latino (que también es como una fortaleza o un castro). Poema de confesión, confusión y leve certeza, en él
leemos:
Cristo Castro Costra herido siempre herido vive
Para
terminar, debo decir que ArX presenta varios méritos: en primer lugar, es un
libro y no una mera colección de poemas; en segundo lugar, es una apuesta de
escritura exigente (una de las más exigentes que haya yo leído en la poesía
peruana reciente en los últimos años), tanto por lo que demanda del lector como
por su anticomplacencia; en tercer lugar, es una propuesta que, a pesar de lo
que demanda en la lectura, desnuda sus mecanismos pragmáticos; y, finalmente,
es en sí mismo todo un programa poético. En una línea “metalingüística”, que en
la tradición peruana ha sido poco desarrollada y que tiene entre sus
antecedentes a Jorge Eduardo Eielson, en especial a Mario Montalbetti (quien ha
ido más allá que ningún otro, sobretodo en su magistral Cinco segundos de horizonte[5]), y, entre los más jóvenes, a José
Antonio Villarán (el más arriesgado de todos con su La distancia es siempre la misma[6]) y, en distinto grado, al Juan Yuffra
de Instalación[7], al Giancarlo Huapaya de Taller Sub-verso[8] y al Luis Alvarado de Inventario[9], esta entrega de Luis Boceli destaca,
sin lugar a dudas, en un lugar muy especial. ¡Salud por ello!
Frido Martín
Pueblo Libre, Domingo de Resurrección,
2012
[1] Obras
anteriores del autor: Boceli, Luis (2006) Pizzicato Labio, Hipocampo editores,
Lima; (2009) A luci nado, Lustra editores, Lima.
[2] Sin pretensión de
hacer mofa sobre el misterio de ArX, pero insuflándome del ánimo irreverente
del libro, me llama la atención la dedicatoria:
Dedico este cubo a
Picarxo, Molière y a la mujer laberinto [...]
Si restituimos las
letras originales del apellido del famoso pintor español que han quedado
desplazadas por la r y la x de la dedicatoria y efectuamos la misma operación
sobre "ArX", el resultado será "Ass", que no es otra cosa
como los anglófonos llaman a nuestro castizo "culo". Pero ArX no se
trata de un culo sino de un cubo, algo así como un juguete para armar.
[4] No faltarán quienes, ya sea entusiasmados
superficialmente por la propuesta de ArX o ya sea nada a gusto con la entrega,
vean en este libro un ejemplo de literatura ‘postmoderna’: membrete fácil, sin
duda, para quienes no han entendido, por un lado, el sentido de lo ‘moderno’ y
los malentendidos de lo ‘postmoderno’, por el otro. ¿Podríamos, por lo demás,
llamar ‘postmoderna’ a una obra que apuesta sistemáticamente por un programa de
escritura, como lo hace ArX? Craso error.
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